• 22/09/2008 02:00

Negligencia e impericia

Desde que en 1998 se dictó la Ley General del Ambiente y luego se reglamentó con un cronograma de cumplimiento la instalación de plantas...

Desde que en 1998 se dictó la Ley General del Ambiente y luego se reglamentó con un cronograma de cumplimiento la instalación de plantas de tratamiento de los desechos y remanentes de los procesos productivos o de consumo, se ha tratado incipientemente que los panameños protejan su entorno, y que además los que gestionan actividades económicas cumplan con las normas y políticas ambientales, que permitan un desarrollo sostenible y saludable, con calidad de vida.

La tragedia del 14 de septiembre, donde dos trabajadores de un supermercado perdieron la vida, debe alertarnos para tomar conciencia de la forma en que estamos desarrollando nuestras funciones, donde la falta de cuidado laboral, negligencia e impericia, han llevado luto y dolor a muchos hogares. Si los panameños nos quejamos de la violencia que aqueja al país, tenemos también que considerar seriamente los accidentes de la construcción y en los buses de transporte público, los incendios, el envenenamiento y etiquetado erróneo de medicamentos, el accidente del SAN-100, las intoxicaciones por quema de basura en los vertederos de Panamá y Colón, ejemplos alarmantes de negligencia para un país de sólo 3 millones de habitantes.

Países como México, EEUU y Puerto Rico, tienen leyes y normas específicas para la construcción, manejo y mantenimiento de una planta de tratamiento industrial, exigiendo la capacitación y licencia del personal. Panamá en esta materia tiene sólo algunas normas dispersas, y desafortunadamente, pese a ser requisitos mínimos en el manejo de plantas de tratamiento de residuos, no se están aplicando con la rigurosidad necesaria.

A la fecha, a pesar de que se menciona que además de la planta de tratamiento, habían tanques independientes con material tóxico, no tenemos informes de la calidad de aire que se respiraba en ese centro comercial, o la contaminación del suelo circundante. Es hora de que tomemos conciencia de la forma en que nos estamos desarrollando, para evitar que la impericia, la negligencia o falta de cuidado maneje nuestro entorno y nuestras vidas.

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