• 06/10/2008 02:00

El primer vago

Después de casi cinco años de gestión al frente del gobierno, el presidente Martín Torrijos, al igual que varios de sus antecesores, no ...

Después de casi cinco años de gestión al frente del gobierno, el presidente Martín Torrijos, al igual que varios de sus antecesores, no se muestra muy dispuesto a brindarle la baja por incapacidad manifiesta a algunos de sus más cercanos colaboradores, pese a que es la propia población la que le exige ese cambio.

Pero parece que la hora cero les llegó a varios de los que se han mantenido en su estructura de gobierno, “pasando agachados”, esquivando sus responsabilidades, afectando con ello, no sólo la gestión del gobierno como tal, generando un clima permanente de protestas en las comunidades, deteriorando también la imagen de trabajo de un mandatario que tiene una actividad diaria que supera las 12 horas.

Resultó positivo escucharlo en el corregimiento de El Cacao, en la comunidad de Peña Blanca en el Distrito de Capira, anunciar que “todo funcionario que no cumpla sus metas, los objetivos del gobierno y que mantenga niveles bajos de ejecución, será despedido”.

Y reafirma lo anterior al dejar claro que el compromiso de su gobierno es el de trabajar por los panameños, como si fuera el primer día de gestión.

En este renglón existe un funcionario que sin lugar a dudas refleja el perfil que ha denunciado el ciudadano presidente. Y es el director de la Lotería Nacional de Beneficencia, Israel Martínez. Este señor, con su falta de profesionalismo —no lo valoro como dirigente político, sino como funcionario solamente—, permite a diario que los miles de compradores de chances y billetes, seamos asaltados por un elevado porcentaje de vendedores, quienes han hecho del “one two”, la rifa, los de abajo con los de arriba y otras distorsiones más una práctica ilegal, sin aplicar los manuales de procedimientos que permiten la eliminación de libretas a los infractores.

La acción delictiva se comete, incluso, en los exteriores de las propias oficinas de quien denunciamos, en una actitud cuasi cómplice, que les genera ingresos por el orden de los varios millones de dólares mensuales a los infractores de la ley.

Esta incapacidad, genera que las llamadas “casas grandes”, solidifiquen sus entradas, afectando con ello los niveles de recaudación de la entidad, que son buenos, pero pudieran ser mejores.

A esto se une la grosería de muchas de estas personas dedicadas a la venta de chances y billetes, que, además de abusar con los “casados” y demás “productos” ilegales de los panameños, en su mayoría humildes, que ven en la lotería su única esperanza para completar sus lánguidas economías, no tienen reparos en salirse con alguna atorrancia si el comprador rechaza su actitud.

Si el señor Martínez, le tiene miedo, pánico o pavor a los billeteros, entonces debe permitir con su renuncia o ahora destitución, que el mandatario designe en el cargo a alguien que verdaderamente vele por los intereses de quienes somos en esencia, la médula espinal de una entidad que era orgullo para todos y no la cueva de Alí Baba.

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