• 06/10/2008 02:00

En voz alta, no en secreto

La creciente ola de violencia doméstica fotografiada y narrada a través de los medios de comunicación del país es alarmante.

La creciente ola de violencia doméstica fotografiada y narrada a través de los medios de comunicación del país es alarmante.

Asesinatos crueles con expresiones faciales de dolor y muy escandalosos para la norma de vida que acostumbramos a percibir en nuestros hogares.

Escenas ya comunes de golpes, gritos, abusos y muestras de poder por un género que se supone debe estar para protegernos y representarnos en las buenas y en las malas como suele jurarse ante el altar, en vida de parejas o durante el noviazgo.

Tal parece que la serie “Mujeres Asesina” está causando un efecto mariposa en los varones y no es que se esté incitando a que se tome a la buena letra e imagen, sino que este tipo de programas nos turba el pensamiento y deja un temor en el corazón de pasar por momentos tan amargos y dolorosos, de pasar por situaciones increíblemente descabelladas, porque duele perder la misericordia de Dios asesinando a otro ser humano.

Muchos de los entendidos en el tema explican que la violencia doméstica es el resultado de desviaciones sociales familiares: “aprendes viendo a papá golpear a mamá”, “aprendes lastimando a animales indefensos”, “aprendes irrespetando a tus padres”, y “aprendes alejándote del temor a Dios”.

Películas muy recordadas como: “Durmiendo con el enemigo” y “La cama ardiente”, muestran el terror psicológico que sufren estas mujeres. Aunque también demuestran que todo tiene un límite y que cuando el instinto de supervivencia llama, las mujeres pueden ser muy frías y determinantes.

Hace poco comentaban unas señoras en un autobús que habían escuchado a un hombre expresarse ante la publicidad “Si le pegas a una, nos pegas a todas”, en la que participan conocidas comunicadoras sociales, que ¿cuál era el problema?, “les pego a todas”.

Es mejor revolotear en medio de flores que posarse bajo ellas y es mejor hablar en voz alta que en secreto.

Recuerda: ¡ni con el pétalo de una rosa!

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