• 09/10/2008 02:00

40 años por gusto

Los 40 años del golpe policíaco dado por Boris Martínez, pero aprovechado por el agente gringo Omar Torrijos, que hoy, todavía, usufruct...

Los 40 años del golpe policíaco dado por Boris Martínez, pero aprovechado por el agente gringo Omar Torrijos, que hoy, todavía, usufructúan los llamados torrijistas, nos llega en momentos en que el mundo se aboca a una vaticinada crisis financiera. Con todas las aberrantes experiencias de los 21 años de dictadura y con su trágico final, lo lógico debió ser que el pueblo madurara, lo cual está como materia pendiente.

Hoy tenemos en nuestra sociedad calamidades políticas por una práctica al margen del bien común, porque ciudadanos no logran racionalizar su egoísmo y se erigen, muchos, en seudo dirigentes políticos. Tras 18 años de supuesto ejercicio democrático, los tres órganos del Estado son una caricatura de institucionalidad. Se percibe que el Órgano Legislativo es el más corrupto, porque se hace visible, pues sus integrantes son de lo más desvergonzados.

Pero el más corrupto es el Ejecutivo, donde se ejecuta el presupuesto de la Nación, sin mayores controles, donde por estos descontroles, hay clientelismo en los nombramientos y se hacen fortunas en un abrir y cerrar de ojos, cosa que no se puede hacer en el Legislativo, porque no mueve fondos ni está en contacto con los inversionistas beneficiados con trabajos o concesiones que el Ejecutivo maneja en contubernio con empresarios que, con desparpajo, tienen las “coimas” catalogadas como parte de su inversión.

Además, la mayoría de los integrantes del Legislativo, que hacen corruptelas, por sus limitaciones de formación y hasta de entendederas son, en buen panameño, “peseteros”.

El Judicial es corrupto por la complicidad de encubrir y desvirtuar el objetivo de impartir justicia, traficando influencias y, seguro también, recibiendo algunas retribuciones por debajo de la mesa.

A 40 años de aquellos días, generados por un bajón en el comportamiento ético y moral de los políticos, bajón que había permeado la oficialidad de la Guardia Nacional, con oficiales que, además de enfermos por adicción alcohólica, sin valores sociales y familiares, teniendo hijos por todos lados, hasta sin reconocerlos, se toman el poder imprimiéndole mayor velocidad a la degradación social de nuestra Nación, nos tienen en los lodos que hoy debatimos.

No es que creamos que la obra humana puede estar libre de corrupción, pero sí apelamos a que esté disuadida por la certeza del castigo y por mejores comportamientos sociales.

Se hace obligante una acción enérgica, un rehacer nuestras vidas, con la retoma de valores de la ley natural —no hacerle a nadie lo que no quieres que te hagan—, siendo esto también en forma indirecta, la forma en que actúa la mayoría de los llamados dirigentes políticos.

Político que miente, que usa indiscriminadamente fondos, ya propios o ya donados, que compra conciencias, que dice tener soluciones sin proponer cambiar prácticas, familia, instituciones, es político que dará más de lo mismo.

Tenemos que entrar en un proceso constituyente para crear la nueva República, donde los que tienen fe religiosa, y más los que se llaman cristianos, no quebranten su fe idolatrando al dios dinero, al dios fama, al dios consumo y los ciudadanos no religiosos esgriman la ley natural.

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