Para el presidente José Raúl Mulino, las garantías del sistema penal acusatorio se ha vuelto más garantista de lo que en concepto es, las declaraciones...
La Estrella de Panamá es nuestro más antiguo periódico. Fundado en el siglo XIX en 1849 con un título en inglés (The Panama Star), ha sido testigo fiel de las muchas peripecias que la creación del país que hoy somos ha ido sorteando con el pasar de los años, hasta desembocar en el eficiente medio de difusión nacional que es hoy. Querido y respetado por tirios y troyanos que buscan en sus páginas los temas del diario acontecer, y leen sus páginas de opinión con el fin de formarse una opinión propia, ya sea que concuerden con las ideas de quienes escriben sus respectivas columnas o no las compartan, el hecho es que continúa siendo el diario más leído y respetado de nuestro país.
La gran variedad de temas que sus columnistas abordan es tan diversa como lo son los numerosos temas dignos de ser leídos por públicos muy diversos, en todos los sentidos: asuntos de índole nacional e internacional, de orden filosófico o ideológico, políticos en sus muy variadas connotaciones, culturales en la naturaleza profunda de sus connotaciones... No existe en realidad un solo tema que, tratado con elegancia y una prosa bien manejada gramaticalmente hablando no sea capaz de despertar el interés de quienes disfrutan leyendo las variadísimas columnas que a diario ofrece “La Estrella de Panamá”. En lo personal, llevo más de siete años escribiendo en este periódico, aunque antes lo hice en otros. Y es que uno poco a poco va encontrando las afinidades, las simpatías y también, a ratos, posibles antipatías, inexistentes estas en mi caso particular. Si bien sobre lo que más he escrito es en torno a muy diversas aspectos del cuento, la poesía y el ensayo, y sobre temas muy específicos relativos a la escritura literaria en general, tanto nacional como internacional, también he abordado con la mayor objetividad posible aspectos que caracterizan mi muy particular visión de mundo concebida desde la escritura creativa. No en vano empecé muy joven a crear obras que buscaban ser formas de entender mejor las contradicciones de la vida, tanto como dramaturgo y poeta, como también como cuentista en ciernes. Lo que nunca se me ha dado es la capacidad de entrarle de lleno a la novelística, acaso porque soy, por naturaleza, un autor de corto aliento.
Mis primeros guías literarios en Panamá fueron Rogelio Sinán y la poeta que fue mi profesora en la Universidad de Panamá, Elsie Alvarado de Ricord. Y pasando el tiempo, en México, Juan Rulfo y Salvador Elizondo, mis tutores cuando fui becado por un año en 1971 en el ya desaparecido Centro Mexicano de Escritores, en donde en once meses escribí los 40 cuentos de mi libro más estudiado internacionalmente: “Duplicaciones”, publicado en 1973 por la entonces muy prestigiosa editorial Joaquín Mortiz, en donde publicaban nada menos que Carlos Fuentes y Octavio Paz. Fui por un año y me quede doce años, ya que al crearse la Universidad Autónoma Metropolitana, pude laborar ahí hasta 1982 como profesor titular.
En dicha universidad conocí a la gran poetisa panameña Diana Morán, exiliada de la primera etapa del gobierno de Omar Torrijos, y con un poemario suyo me estrené como editor: “Reflexiones junto a tu piel”, libro que publiqué casi al mismo tiempo que el poemario de otro exiliado panameño: José Manuel Bayard Lerma, quien eventualmente se quedaría en México: “Los días del incendio”; y la antología titulada: “Antología crítica de joven literatura panameña”, en donde recogí cuentos de las nuevas voces nacionales de la literatura de aquella época: Moravia Ochoa López, Pero Rivera, Enrique Chez, Bertalicia Peralta, Dimas Lidio Pitti, Griselda López, Roberto MacKay y yo mismo, entre otros. Fue mi estreno como editor. Poco después publicaría, también en México, una voluminosa antología de Poesía Joven de Panamá.
Los otros temas que he abordado son algunos de orden político y otros sobre el fenómeno Ovni, en el cual creo, porque precisamente en México pude presenciar en una playa de Veracruz como uno de estos aparatos sin alas levitaba a cierta distancia y de pronto arrancó lateralmente sin emitir un solo sonido. Desde entonces he leído casi todo lo que se ha escrito al respecto, convencido como estoy de que diversos tipos de alienígenas visitan nuestro planeta desde tiempos bíblicos.