• 09/10/2008 02:00

Obama y McCain

La carrera a la Presidencia de EEUU está más apretada de lo que aparenta. El demócrata Barack Obama tiene una ventaja de tres o cuatro p...

La carrera a la Presidencia de EEUU está más apretada de lo que aparenta. El demócrata Barack Obama tiene una ventaja de tres o cuatro puntos en el voto popular. En cuanto a los votos electorales, Obama tiene una ventaja no segura, con un total de 286. En cambio, el republicano John McCain sólo tiene 252. Sin embargo, hay varios estados que se balancean entre uno y otro candidato. Por esa razón, es probable que la elección la gane el candidato que triunfe en los estados más golpeados por la crisis económica de EEUU: Michigan parece inclinado a favor de Obama. Falta definir Pennsilvania y Ohio.

McCain concentrará sus últimos esfuerzos — quedan tres semanas — en atacar la figura de Obama, tratando de minar su confiabilidad. En cambio, Obama le recordará al pueblo norteamericano que la recesión económica es culpa de los republicanos.

Obama se mueve hacia posiciones más tradicionales para neutralizar los esfuerzos de McCain, quien trata de convencer a los indecisos. La estrategia de McCain se concentra entre los fundamentalistas y los votos conservadores de la clase trabajadora.

Los fundamentalistas se convirtieron en una masa electoral importante desde que Reagan los organizó en torno al Partido Republicano. El voto conservador de sectores de la clase obrera, que era muy demócrata, también fue conquistada por Reagan en la década de 1980 y, desde entonces, no ha sido leal a ninguno de los partidos.

El discurso fogoso de Obama durante las primarias, anunciando el “cambio”, se ha ido apagando. El colapso de las bolsas de valores en septiembre le ofreció a Obama la oportunidad para asumir el liderazgo de una nación desesperada. La perdió al confundirse entre los burócratas grises de Washington.

El candidato del Partido Republicano, John McCain, quien sólo tiene credenciales como “héroe de guerra”, se confiesa perdido en materia económica. Trató de presentarse en la Casa Blanca de Bush, en medio de la crisis de la bolsa de valores de Nueva York, como figura negociadora haciendo un triste papel. Su golpe de efecto fue reclutar una candidata poco conocida a vicepresidenta, Sarah Palin, quien ha movilizado la base conservadora de los republicanos.

La elección del 4 de noviembre la ganará el candidato que combine tres factores. Primero, el que más dinero logra amasar en sus cofres. En segundo lugar, el carisma capaz de atraer a los electores. Por último, el discurso más coherente en torno a los problemas (“issues”) que preocupan a la gente.

En materia de dinero, Obama es apoyado por el “establishment” financiero de EEUU. Sin embargo, el Partido Republicano de McCain cuenta con el dinero de los industriales de la guerra y del petróleo.

Obama era el candidato que supuestamente dominaba mejor los problemas de la economía (empleos), pero su inmovilidad durante la crisis de Wall Street destiñó un poco su imagen. Tiene la última carta en la mano: el fracaso del gobierno de Bush, tanto en materia económica como en su costosa guerra en Irak.

McCain sigue “prometiendo” rebajar los impuestos a los más ricos y acabar con la resistencia iraquí sin importar que la guerra dure “cien años”.

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