• 15/10/2008 02:00

La ‘ñamería’ se pega

Cuando era pequeño la ingenuidad me llevaba a creer todos los cuentos que escuchaba, cosas de la infancia. Mis tíos y amigos mayores me ...

Cuando era pequeño la ingenuidad me llevaba a creer todos los cuentos que escuchaba, cosas de la infancia. Mis tíos y amigos mayores me contaban unos embustes que los creía completitos, aunque fueran relatos tan increíbles como aquel de “un señor muy viejo con unas alas enormes”, aunque creo, que ese era un cuento de alguien que no recuerdo cómo se llamaba.

Tiempos hermosos aquellos, el mayor peligro surgía cuando a algún testarudo maestro se le ocurría ponerme una mala nota, ahí sí tenía que utilizar mi corta experiencia para inventar un buen embuste y librarme de los coscorrones de escarmiento. Durante aquellos fantásticos años todo transcurrió maravillosamente. Entre tantos recuerdos las vivencias con mi abuela sobresalen en mi memoria y aunque siempre dudé de la razón de las reprimendas, hoy puedo decir que la justificación era muy cierta.

Ahora que soy grandecito tengo pruebas de ello, dado que han ocurrido cosas que no tienen explicación sensata. Como aquel suceso cuando un generalito, tan grande como la altura de los tacones de sus botas, blandiendo un machete, se le ocurrió la ñamería de declararle la guerra a los gringos, y todos sus compinches, igual de ñames, cantaban a pies juntitos: “ni un paso atrás, ni paso atrás”.

Después a través del tiempo ocurrieron otros casos igual de incomprensibles, pero últimamente parece que otra vez comenzó la vaina y peor. Véase que los ñames que estaban antes en la casa de la silla del gallote, pese a que entraron normalitos a administrar el erario público, al final de tanta plata, se ñamearon. Intentaron volar helicópteros por debajo del mar, se les ocurrió guardar dinero en las refrigeradoras, se compraban ropa con la plata de la gente, porque, acomplejados, se creían pordioseros y se les olvidó dizque que iban a remendar la patria.

Y cada vez parece que es peor el contagio de la ñamería.

Ahora los policías, sin mediar provocación, le entran a palazos a los enfermos para controlarlos. Los dirigentes deportivos hacen lo que les da la gana con el futuro de los deportistas y si alguien reclama sacan el instrumento para comprobar su autenticidad. Los “pela’itos” matan por pura diversión para estar a la moda. Los políticos no recuerdan las metidas de pata de sus partidos y para rematar hasta las estatuas cobraron vida y decidieron escapar solitas.

Vea usted que hasta los empresarios se ñamearon inventando que un mejor Panamá es para todos, cuando ellos son los únicos que pueden aumentar su plata y el pobre come menos yuca por el mismo peso.

Ya me lo advertía mi abuela cuando me descubría haciendo diabluras incomprensibles. “La ñamería se pega”, pero ella tenía el remedio. Unos buenos chancletazos te quitaban la ñamería.

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