• 19/10/2008 02:00

La libertad es un combate

La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue firmada en París el 10 de diciembre de 1948, hace 60 años. Celebrar este aniversari...

La Declaración Universal de los Derechos Humanos fue firmada en París el 10 de diciembre de 1948, hace 60 años. Celebrar este aniversario significa que la lucha por estos Derechos nunca termina; la Declaración es universal, porque el ser humano es tan universal como sus sufrimientos. La mejor defensa de la Declaración está en su mismo texto, en sus escuetos 30 artículos, en su simplicidad fundadora y aún en su poesía. Es importante que nos apropiemos de este esencial documento, porque sencillamente —miren al mundo!— sus logros son frágiles. La adopción de este texto fundamental por la Asamblea General de la ONU —a partir de un primer proyecto panameño— fue precedida por otras proclamaciones, entre ellas la de la Revolución Francesa o la de Bogotá, en 1947, a iniciativa de los países de América Latina: ¿hoy en día, qué nos queda de ello?

Primero, una evidencia: la libertad y dignidad de hombres y mujeres son un combate diario. No debemos descansar de proclamar nuestra humanidad compartida y así defender y proteger nuestros derechos universales e indivisibles. La libertad es un bien precioso que requiere nuestra constante movilización, que la defendamos contra las amenazas de la opresión, que la defendamos de la violencia del hombre en contra del hombre. Segundo, la convicción de que las relaciones entre los Estados que se enfrentan a nombre de sus intereses y prerrogativas (que pueden ser soberanas, más no siempre legítimas), han conducido demasiado a menudo a la desdicha de sus pueblos. Así el siglo XX fue el del totalitarismo, el de los crímenes contra la humanidad y los genocidios. El sistema de la ONU fue construido sobre las cenizas de la peor barbarie. Desde hace 60 años los Derechos Humanos se materializan a través del Derecho Internacional. Progreso más significativo y digno de celebrarse en este aniversario es cuando la comunidad internacional crea un edificio jurídico de reglas de protección a los derechos de todos los ciudadanos, esto, es un logro sin retorno.

Finalmente, una observación: la impunidad está retrocediendo. Durante mucho tiempo la historia se construyó sobre el olvido de las víctimas. Durante mucho tiempo los autores de crímenes colectivos o en masa perpetrados bajo la inmunidad del poder y de la razón de Estado vivieron protegidos de toda sanción. Ahora, gracias a la Declaración Universal de los Derechos Humanos, la justicia y sus reparaciones están al servicio de la inviolabilidad sagrada del ser humano. Esto representa una inmensa conquista. La conmemoración del 60 aniversario de la Declaración Universal de los Derechos Humanos nos da la oportunidad de reafirmar la universalidad y la indivisibilidad de los Derechos de la Persona. Su defensa exige la implicación personal cotidiana de cada uno de nosotros.

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