• 17/11/2008 01:00

Luchas internas en el PRD

Todos los grupos políticos tienen guerras internas.. Del caduco liberalismo, fraccionado por rencillas grupales, no queda nada. Sin luc...

Todos los grupos políticos tienen guerras internas.

Del caduco liberalismo, fraccionado por rencillas grupales, no queda nada. Sin luchas internas, los políticos seríamos angelitos aburridísimos.

Juan Carlos aparece fustigando a Martín, dicen que le saca facturas supuestamente por haber apoyado a Balbina, no creo. Busco comprenderlo. Navarro hizo un esfuerzo a fondo, con formidables resultados. Percibo que se siente relegado, que no lo toman en cuenta, que sus partidarios serán más relegados. Tal vez culpe a Balbina y su grupo electoral de excluirlos.

La oposición, asustada por su debilidad, luchará por sembrar divisiones. Las campañas contra DDD conllevan realmente, lo sabemos, un trasfondo eminentemente político, nada más. No hay ningún dolor por la viuda ni sentimientos “éticos”. Esas son mentiras, los de la campaña mediática lo saben, nosotros también. No creo que a un periodista argentino o a un grupo de accionistas de un diario, la mayoría del Club Unión, les interese “el dolor de una viuda”. No somos tontos. De haber tenido esos sentimientos “cristianos” habrían investigado eso cuando DDD no era ministro ni había presentado las leyes de seguridad. El objetivo real no es DDD, es Martín primero, y el principal, Balbina, que ella pierda, “destorrijizar al pueblo”. Veintisiete años de odiar a Omar no han sido suficientes.

La clase política opositora no ha podido, por falta de credibilidad con su falso “amor a los pobres”, hueco, farisaico, lograr con sus sociedades anónimas partidistas hacer mella en las semillas de admiración que sembró Omar. Sólo quedan vestigios de un arnulfismo, con un 15% de panameñismo. Han seducido a personas, amamantadas por Omar, para que fueran “alguien”, ofreciéndoles titulares, para hacerles el juego, personas que ni siquiera toleran en privado, enemigos odiados de antaño, todo para enlodar a Omar, desprestigiar a su hijo presidente. ¿Su leiv motiv de hoy?: que pierda Balbina, que “esa chola” no sea presidenta. Eso le desgarra sus vísceras elitistas.

A Arnulfo, grande entre los líderes convencionales, ya ni los suyos lo mencionan, no escribieron sobre él. Omar fue un fenómeno muchísimo más grande, de nivel mundial. Ni en nuestras filas podrán quedar, estemos bien claros, “Martinismo”, “Balbinismo”, “Navarrismo”, “Cortizismo”. Y en los otros bandos, menos todavía “Martinellismo”, “Varelismo”, “Cuchunguismo”. No porque sean “menos” que Omar. Simplemente porque no quedan “tratados nefastos que tumbar, soberanías y canales que reivindicar”. Y esos desafíos ganados con todos los que estuvimos cerca de él, hicieron un Torrijos y un Torrijismo invencibles. Habrá que esperar otro siglo para otro reto de esa dimensión. Además, Omar murió asesinado por manos negras, lo hicieron mártir y leyenda, héroe social, con ese crimen, calcinado con las botas puestas, como lo vaticinó él. Sin millones acumulados, dejando huellas que no podrán borrar. Y remplazar o empatar su liderazgo es harto difícil. Su amor a los pobres, como lo reconoció Monseñor McGrath no era electoral, sino auténtico. El pueblo lo sabe. Y eso no lo podrán borrar desde medios comunicacionales elitistas, que no conocen al pueblo. Intelectuales fríos, llenos de academicismos, fragantes de Must de Cartier o Carolina Herrera, alejados del arroz con frijoles y agua. ¿Cómo quieren que el pueblo los quiera, si los pobres saben que son hipócritas que abrazan negritos e indiecitos sólo para elecciones? ¿Envidiosos, no?

-El autor es embajador de Panamá en Perú.homiliadiaz@gmail.com

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