• 20/12/2008 01:00

Abandónate en los brazos de Dios

Te sientes cansado y triste, desanimado e indefenso. Lo duro del camino te ha quitado la emoción por la vida. Estas preocupado, has pasa...

Te sientes cansado y triste, desanimado e indefenso. Lo duro del camino te ha quitado la emoción por la vida. Estas preocupado, has pasado muchas noches sin dormir, el futuro es incierto, no sabes qué hacer.

O tal vez, tu paciencia se agotó, las fuerzas te abandonan y estás a punto de ahogarte en el pozo de la desesperación. Ahora es el tiempo, este es el momento de refugiarte en los brazos de tu amado Padre, porque en sus brazos, es el único lugar donde ya no sentirás miedo.

No temas; “Jehová es mi luz y mi salvación, ¿de quién temeré? Jehová es la fortaleza de mi vida; ¿de quién he de atemorizarme? Cuando se juntaron contra mí los malignos, mis angustiadores y mis enemigos, para comer mis carnes, ellos tropezaron y cayeron, Aunque un ejército acampe contra mí, no temerá mi corazón, aunque contra mí se levante guerra, yo estaré confiado”. (Salmo 27:1-3).

Ahora es tu oportunidad de alcanzar consuelo en los brazos amorosos de Jesús, como un niño busca refugio en los brazos de su padre cuando se lastima o se asusta, o simplemente ha sido herido.

En este día de angustia, el lugar más cálido para refugiarte, son los brazos amorosos del Maestro. Abandónate en los brazos sanadores de Dios, es allí donde desaparece tu dolor, tu angustia y tus miedos y viajas a otra dimensión, una dimensión suave y tierna, donde nada duele ni asusta demasiado.

Abandónate en los brazos de Dios, deja que Él te acompañe, háblale de tus angustias y temores con humildad, con la inocencia y la sencillez de la niñez.

“No temas, porque Yo estoy contigo, no desmayes, porque Yo soy tu Dios que te esfuerzo, siempre te ayudaré, siempre te sustentaré con la diestra de mi justicia”. (Isaías 41:10).

En este día, Dios quiere mostrarte su amor, quiere rescatarte y darte consuelo, quiere elevarte en sus brazos a las alturas, para que experimentes la confianza absoluta de que tu vida está en buenas y poderosas manos. Sólo en los brazos de Dios, encuentras la paz. En sus brazos todo se siente mejor, el miedo se atenúa, el dolor mengua, la esperanza crece y la confianza nos domina. Deja que los brazos amorosos de Dios te tomen y te consuelen, para que puedas mantener la calma en medio de tu hora de angustia. Déjate abrazar por ese Dios Padre, que nunca te abandona y que tiene para ti no sólo un regazo de paz, sino el amor más grande y sublime que alcances a imaginar.

Dios siempre está atento a tus flaquezas, no para condenarte, sino para perdonarte, levantarte y ayudarte. A veces Dios guarda silencio, pero es para que madure nuestra fe, nuestra esperanza y nuestro amor. Dios quiere estrecharte en sus brazos de amor, sin importar tu raza, cultura, edad o condición social y pese a tus faltas y decisiones erradas. Nunca olvides que Él es un Dios de infinitas oportunidades.

-El autor es periodista.aquilinoortega2@hotmail.com

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