• 23/01/2009 01:00

¿Policía politizada?

El 24 de diciembre del ’89, por designación del ministro de Gobierno y Justicia, Ricardo Arias Calderón, junto con Hermann Gnaeggi y Fra...

El 24 de diciembre del ’89, por designación del ministro de Gobierno y Justicia, Ricardo Arias Calderón, junto con Hermann Gnaeggi y Francisco Artola, me tocó juramentar a los nuevos jefes de la Policía Nacional en Chitré, Santiago y Penonomé. Al regreso a Panamá no pudimos celebrar la Nochebuena con los nuestros: la ciudad de noche era peligrosa por la cantidad de batalloneros que continuaban disparando.

Nuestro apoyo a la institucionalización de la Policía Nacional siempre ha sido decisivo; nos esforzamos por borrar el estigma de desprestigio que militares corruptos le habían impuesto.

Cuando yo era alcalde de la ciudad capital hacíamos reconocimientos a los policías que se destacaban en el cumplimiento de su deber; con comerciantes de la Avenida Central y de la Zona Libre de Colón, entregamos regalos navideños al componente policial de Panamá y Colón, junto al alcalde colonense Baby González.

En esa época varias veces dicté conferencias a cadetes en la Academia de Policía. Igual ha sido desde entonces: donde voy reporto a algún jefe policial amigo cuánto accidente hay y cuánto hecho sospechoso percibo. Mis amigos me dicen que soy un auxiliar policial; me llena de orgullo: soy un buen ciudadano.

El pasado fin de semana en El Valle de Antón un hecho me dejó perplejo: parecía un retorno a tiempos pasados. Al llegar mi esposa me contó su conversación con un policía sobre el peligro de seis niños montados sobre un “four wheel”, sin cascos, manejando por las cada vez más transitadas calles del lugar. Luego de llevarlos la patrulla a la estación policial, uno de los padres de los niños llamó a un comisionado en Panamá: vino la orden de no hacer nada con los chiquillos.

Días antes, a un policía que se había atrevido a parar a uno de ellos lo habían transferido.

Confirmado lo anterior al otro día con un agente, de inmediato llamé a mi amigo, quien me comentó que eso era totalmente irregular y que ipso facto tomaría acciones, enviando al lugar a un subcomisionado y a un agente de Tránsito, tal como lo solicitaban en la estación policial, para poner orden.

No llegó más que un subteniente, que por supuesto poco pudo hacer; los niños han seguido haciendo de las suyas con la connivencia de sus irresponsables padres y la complicidad de algún jefe en Panamá.

A los pocos días ocurrió un accidente, gracias a Dios sin consecuencias fatales, pero con siete niños accidentados. Se hubiera podido evitar si la Policía Nacional hubiese cumplido con su deber, sin las ataduras de órdenes y presiones superiores.

¿Qué es lo que pasa? ¿Volviendo a los tiempos en que la Policía sólo perseguía a cierta clase de delincuentes o el dinero o las influencias te eximen del cumplimiento de las leyes? Solo queda confiar en que el cambio de Martinelli nos traiga una Policía ejemplar.

*Político, escritor, académico, abogado.gcochez@cableonda.net

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