• 02/02/2009 01:00

La política: del amor al odio y viceversa

Para los que nos decimos políticos y que todavía nos falta mucho por aprender, todos los días aprendemos o mas bien asumimos cosas nueva...

Para los que nos decimos políticos y que todavía nos falta mucho por aprender, todos los días aprendemos o mas bien asumimos cosas nuevas, pues la gente ingresa al ring político con ansias de cambiar las cosas, de mejorar el “statu quo” existente y de una u otra forma trata de envelarse de la política salvaje, donde la traición y el abrazo con puñal encendido es la tónica diaria.

Las alianzas electorales por tradición han traído recelos, roces y luchas intestinas, cada uno por su lado busca su bienestar personal y deja de lado discursos y posiciones coherentes, por abrazos falsos y jugadas sucias.

De allí que a veces las cosas no son como nos la presentan o, como dice un periodista, lo cierto es que muchas confiamos en nuestros pares, pero siempre hay personajes funestos que por sus maniobras y constantes traiciones, pretenden imponer su posición por encima de las personas decentes.

Hoy me cuesta decir que he tenido conversación, como candidato a diputado, con muchas personas que han cambiado la forma de pensar sobre la candidatura que lidera Ricardo Martinelli y lo digo aunque me lo reclamen algunas personas que viven del subjetivismo, pues es la verdad, no les gustó la alianza con el panameñismo.

Suficiente tenían con el Molirena, pero han cambiado de opinión y nos toca volver a reconquistarlos.

Lo que sí debe ser claro es que, porcentualmente, son mucho menos de los que han venido con los nuevos aliados, pero también debemos pensar en la calidad, mas allá que en la cantidad, pues muchos nuevos fueron cuestionados en el pasado, por sus actuaciones con la cosa pública, e incluso ha sido condenados por el uso de recursos del Estado.

Son cosas que no podré pasar por alto y por la independencia de criterio que siempre he tenido lo digo ahora y así lo mantendré, soy de los que creo en el discurso del cambio.

Se dice que en política del amor al odio y viceversa, solo hay un brinco, pero, por suerte, el brinco es para los que lo quieren dar, no es para todos.

Y es que no podemos, por creernos políticos, aceptar en nuestra mesa, ese que fuera de ella nos golpea y ataca, y seguir la vida como si nada. Precisamente allí también entra el cambio, en dejar de ser parte de esa fauna silvestre que se mata entre sí por un cargo público.

El cambio va a venir, seguros estamos, y Ricardo Martinelli lo debe saber, pero ese cambio no puede venir acompañado de prácticas de antaño y repartidera de cargos públicos para aquellos que, por medio de manipulaciones y engaños, impedían la alianza.

Así veo las cosas y las cuento.

-El autor es abogado.roberto_ruiz_diaz@yahoo.es

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