• 08/02/2009 01:00

La ciencia no niega a Dios

Los mejores científicos de todos los tiempos han sido creyentes. Isaac Newton que modeló la física que nos rigió durante los pasados 300...

Los mejores científicos de todos los tiempos han sido creyentes. Isaac Newton que modeló la física que nos rigió durante los pasados 300 años era un espíritu profundamente religioso. Einstein, que revisó esa física en el siglo XX para darnos una visión aún más honda, escribió que lo interpretaban mal quienes lo creían ateo, y que él sostenía la existencia de un Dios personal. Eran hombres atentos a la frase bíblica: “Los cielos cantan la obra de Dios”.

Así que en el año de la Astronomía no estaría de más recordar que también Galileo, pese a sus diferencias con la Iglesia, también era creyente. Quienes piensan que la ciencia dejará atrás la fe y que esta es pura superstición debieron haber estado allí, para convencer a hombres del valor del físico André María Ampere —que rezaba el rosario de rodillas— o a Luis Pasteur —que también lo rezaba públicamente— que dejaran de hacerlo. En el caso de Pasteur, de hecho, existe la anécdota del joven que intentó disuadirlo, cuando el sabio francés viajaba en tren y aprovechaba el viaje para rezar. “¡Cómo! ¿Usted reza el rosario, esa superstición? Debería leer libros de ciencia”, le dijo el indignado joven, que no sabía a quién se dirigía, pero lo tenía por compañero de asiento, en el tren.

“ Si quiere yo le puedo recomendar algunos textos”, prosiguió. El sabio le contestó: “Me interesa todo lo que compete a la ciencia. Me puede enviar los libros a esta dirección, por favor”. Y le extendió una tarjeta. “Ahora, déjeme rezar”. El asombrado joven leyó en la tarjeta el nombre de Louis Pasteur y la dirección del Instituto de Ciencias de París. Quizá nadie en ese momento estaba haciendo un trabajo de tanta trascendencia para el mundo científico como Pasteur.

Lo que pasa con Pasteur, Einstein, Newton y otros sabios de su nivel es que son lo suficientemente inteligentes para comprender la insuficiencia de las herramientas científicas que manejan para tratar de comprender a Dios como objeto de conocimiento. Insuficiencia no de grado o intensidad sino de categoría. Dios era para ellos lo que es: un misterio del cual se puede saber algo por la razón, en el plano de la filosofía, o a través de su propia revelación, en el plano de la teología.

Al no ser materia o energía de origen físico, Dios no cae dentro de los límites de estudio de las ciencias físicas o naturales. Y para los que postulan el Big Bang como respuesta al dogma de la creación, se olvidan de que esa posible solución fue postulada por un sacerdote. De hecho, si la teoría del Big Bang fuese correcta (cosa que le interesa resolver a las ciencias, no a la religión) ella sería una buena manera de explicar al modo científico la forma como Dios creó el mundo (puesto que el Big Bang no excluye la creación), explicación que da la Biblia en un lenguaje religioso.

El mayor estudio, la mayor sabiduría, el mayor conocimiento de los hombres debería llevarlos, como a estos científicos, a admirar humildemente la obra de Dios de la que todos somos deudores.

- El autor es filósofo e historiador. jordi1427@yahoo.com.mx

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