• 19/06/2009 02:00

Colón, más allá de la crónica?

Hace algunos meses tuve la oportunidad de intercambiar apreciaciones en torno al devenir de nuestro país con el director de un medio imp...

Hace algunos meses tuve la oportunidad de intercambiar apreciaciones en torno al devenir de nuestro país con el director de un medio impreso, que terminó arrojando entre múltiple conclusiones la necesidad inminente —como grupo editorial— de hallar voces informativas capaces de ofertar y divulgar un material periodístico más distanciado de la crónica roja, el sensacionalismo y que por el contrario diera prioridad a ese gran caudal de información económica, educativa y social que tienen su epicentro aquí, a lo interno de la segunda ciudad en importancia de nuestro país: Colón, y de la cual el resto de la geografía nacional desconoce —no precisamente por la ausencia de profesionales de la comunicación social— más bien por la complacencia y satisfacción que en muchos de éstos causa la sobrevaloración de hechos noticiosos de carácter amarillista.

Como lectores o televidentes es indescriptible el agravio y sinsabor que este tipo de propuestas periodísticas deja en el paladar de una fuerza profesional de cambio que día tras día desde sus trincheras libra ingentes esfuerzos por orientar, transformar y enrumbar los designios de nuestra gente honesta y laboriosa que escribe con su actuar una página inédita de la historia de esta ciudad que lleva a cuestas la segunda mayor aportación al Producto Interno Bruto nacional. Un Colón de mujeres que descollan por su intelecto y capacidad al frente de la administración de baluartes económicos y educativos como lo son la Zona Libre, los puertos y universidades; donde un puñado de voluntarios se fajan —desde el anonimato— para intentar salvar esa niñez que deambula por nuestras calles en situaciones de riesgo; una provincia que maneja la segunda tasa de analfabetismo más baja del país y que a través de la capacitación técnica continua insertando al mercado laboral profesionales de excelencia y calidad; hablo de ese Colón por cuyas vías de acceso a la ciudad capital fluye diariamente poco más de un millón de balboas producto del intercambio comercial; un Colón que sigue y disfruta con cada salto de Irving, la misma alegría que nos dio el oro olímpico.

Hoy mis palabras no están enfocadas a desvirtuar la delicada labor de informar que recae en el comunicador social, son meramente señales de incomodidad y aflicción que recogen el sentir de muchos que ya estamos hartos de predecir el contenido de cada despacho noticioso que emana de nuestra insufrible provincia.

Si alguno se ofende por la sensatez y el tono de mis demandas, humildemente pido disculpas; pero creo que ya va siendo hora de darle el sitial y el valor a esta tierra que con defectos y virtudes labraron nuestros antecesores y que ahora a nosotros nos toca seguir perfeccionando con esmero, pero sobre todo con “lealtad”. Mi mayor anhelo es ver que sean mis coterráneos los que además de dar fe, testimonien en cada entrega periodística —sin soslayar la objetividad y el profesionalismo de la tarea— que definitivamente: “algo bueno está pasando en Colón”.

-El autor es financista y docente.alfasa13@cwpanama.net

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