• 02/07/2009 02:00

El golpismo y la democracia

El mundo entero y, especialmente, los pueblos y gobiernos de América Latina repudiaron el golpe de Estado que separó al presidente Manue...

El mundo entero y, especialmente, los pueblos y gobiernos de América Latina repudiaron el golpe de Estado que separó al presidente Manuel Zelaya de su cargo en Honduras. Fue un clásico golpe militar auspiciado por la derecha política, aplicando las enseñanzas de los manuales aprendidos en la Escuela de las Américas y de la CIA.

En Honduras los militares tomaron sus posiciones y ungieron a un presidente usurpador. Mientras tanto, en Panamá, Ricardo Martinelli, político de derecha, asumió ayer la primera magistratura de la República, después de haber ganado elecciones convocadas en el marco de la Constitución Política. Mientras que Zelaya era secuestrado y expulsado de su país por los militares, en Argentina la derecha política ganaba elecciones parciales que le dieron mayoría en el Congreso.

En el caso de Panamá, Martinelli reemplazó a un mandatario cuyo partido fue fundado por el general Omar Torrijos y es miembro de la Internacional Socialista. Pero al mismo tiempo aplicaba las recetas neoliberales del Fondo Monetario Internacional (FMI). En Argentina, la presidenta Cristina Kirchner es dirigente del partido Justicialista, fundado por Juan D. Perón, pero no pudo evitar que la derecha la derrotara en la urnas. La derecha hondureña podía esperar hasta diciembre de este año para llevar sus aspiraciones de poder al pueblo que estaba convocado para ir a las urnas en el marco de elecciones generales. Se sabían derrotados de antemano y planearon su golpe de Estado. La derecha hondureña tenía buenos motivos para estar asustada. Zelaya estaba modernizando a un país que se había quedado muy atrás. Con cada día que pasaba se afianzaba más la democracia en Honduras. Los terratenientes, rentistas y exportadores tendrían que sentarse en el Congreso con representantes del pueblo. Zelaya todavía tiene espacio para regresar a Honduras. Evo Morales (2008), Hugo Chávez (2002) y Omar Torrijos (1969) dieron sus contragolpes.

Ante los hechos acaecidos el domingo, la OEA, la ONU, los países centroamericanos y EEUU declararon que solo reconocían a Zelaya. Como en el caso de Bolivia, los presidentes del grupo ALBA, pero también otros mucho más moderados (Lula, Tabaré Vázquez, Cristina Fernández de Kirchner, Michelle Bachelet, Oscar Arias), temen una vuelta a la década de 1970. En todos los países la derecha quiere defender sus enormes márgenes de ganancia amenazados por la crisis y por las reivindicaciones de los trabajadores.

Pese a las declaraciones de Obama, EEUU aún no ejerce presión sobre los golpistas. La secretaria de Estado, Hillary Clinton, dijo que su país no estaba listo para calificar formalmente de golpe militar al derrocamiento. Semejante declaración obligaría a suspender la transferencia de millones de dólares a Honduras. Clinton también se rehusó a comprometerse explícitamente a trabajar por el retorno de Zelaya, diciendo únicamente que quería la restauración del “orden plenamente, democrático y constitucional”. Los golpistas siguen recibiendo apoyo financiero de EEUU por medio del Fondo Nacional para la Democracia, del Instituto Republicano Internacional y del Instituto Democrático Nacional para las Relaciones Internacionales. Además, los dos generales que encabezaron la asonada militar fueron entrenados en tácticas de desestabilización en Fort Benning (la Escuela de las Américas).

-El autor es profesor de la UP e investigador asociado del CELA.gandasegui@hotmail.com

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