• 03/08/2009 02:00

Mataron al halcón, y nació un águila

Fueron fracciones cuánticas de segundos las que pasaron veloz, fugazmente por su mente; un minuto habría equivalido a la eternidad, en e...

Fueron fracciones cuánticas de segundos las que pasaron veloz, fugazmente por su mente; un minuto habría equivalido a la eternidad, en esa sucesión microtemporal. Omar, más que su cuerpo, que solo atinó a incendiarse, aun su mente, que apenas supo captar cuando ya se destemporalizaba.

Fue su espíritu el que le dijo: “nos vamos Omar, nos vamos, ya hiciste bastante, no te arrepientas ahora de nada, deja todo en manos de Jesús”. El Maestro de Maestros llegó, personalmente, a buscarlo, muy, muy por encima de las colinas del Cerro Marta. Quisieron matar un Halcón, e hicieron surgir un Águila, de historia permanente. Les salió mal el cálculo.

Podían festinar con Panamá, ir a vender drogas masivamente en las mismas calles de Washington D. C, para recoger millones y comprar armas en Europa, para derrocar o matar sandinistas-comunistas.. Para algunos blanquitos, cocaína especial de Colombia, para la mayoría de negritos, crack, de cierta calidad, no tan tostada. Lo que tostarían serían los cerebros juveniles.

¿No tendría George Bush padre temor a ver algo malo en sus hijos o nietas? ¿Se justificaba matar a ese líder? ¿Y al capitán Azael Adames, con una esposa jovencita? ¿A la dentista joven que por pedido de Carmen, la compañera de estudios, le pidió acompañar a su padre hasta Coclesito por problemas en sus prótesis? Su pequeño auto, camino a Chiriquí donde sus padres, quedó en un rincón de Coclé, estacionado en espera de su dueña.

Omar Torrijos no sintió el más mínimo dolor, aunque su espíritu iba alterado, mucho. No esperaba ver a la muerte tan pronto. La esperaba sí, lo había anticipado “ha de ser violenta”? Sabía que lo acechaban.

“Nadie es inmune a un atentado, planeado para cada día tuyo, Roberto, terminas cansándote de huir de eso”. Le faltaban, pensó en ese intermedio del alma y la carne, muchos ajustes por Panamá: “he dicho repliegue muchachos, no más política en los cuarteles” (menos, digo yo, candidaturas de uniformados).

Él había volado muchísimas millas, visto rostros muy notables. También tuvo el solaz pecador de mujeres bellas. ¿Qué hombre que lo es no siente al menos el deseo? Pecan hasta obispos, lo sabemos. Cuando su alma iba a elevar una protesta, Jesús lo calmó: “Ven Omar, aquí están José María y Joaquina, sonrientes de verte, no tristes, los verás; además conocerás hoy mismo al Padre, el mío y el tuyo, y a mi Madre, y sentirás su fragancia, y entonces no extrañarás nada más, te lo prometo”. Y el espíritu—águila se dejó llevar. Ante sus cenizas humeantes, nada menos que monseñor McGrath decía: “Omar tuvo el espíritu de misericordia del Señor, amó a los pobres no solo de Panamá, sino del tercer mundo”.

Algo parecido escribió otra gran pastor, también difunto, Néstor Jaén, impecable. Ninguno de los dos perredés (lo cual es un rango solamente, el Torrijismo tiene jerarquía). ¿Tales frases sinceras las comprarán en el funeral de algún millonario, solo por serlo?

Eliminaron salvajemente a un Halcón en pleno vuelo. Dejaron para siempre a un Águila rondando el Cerro Ancón, jugando con el Pabellón Nacional. Seguirán algunos odiándolo. Él no está para hacer caso de eso. Lo alegran miles y miles de corazones encendidos, humildes personas la mayoría, que le cuenta a sus hijos y nietos: “yo conocí a ese hombre, no me jodan, ese sí era un líder”.

*Abogado.homiliadiaz@gmail.com

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