• 07/10/2009 02:00

Por qué seguí a Endara

Lo seguí desde aquel día de enero del 2003 cuando anunció estar dispuesto a correr como candidato a la Presidencia. Lo acompañé unos día...

Lo seguí desde aquel día de enero del 2003 cuando anunció estar dispuesto a correr como candidato a la Presidencia. Lo acompañé unos días después en su primera caminata por la peatonal de la Avenida Central, cuando recibió muchísimas manifestaciones de admiración de tanta gente a lo largo de la vía. Lo acompañé a la Feria de La Chorrera el primero de febrero siguiente, cuando la caminó bajo un sol ardiente que competía con el calor humano de todos los que se le acercaban.

Lo acompañé cuando fue postulado el domingo 16 de marzo del 2003 por el Partido Solidaridad en el Centro de Convenciones Vasco Núñez de Balboa y compartí la algarabía, el bullicio y el entusiasmo que suscitó su entrada al recinto. Lo acompañé en sus giras iniciales a la Terminal de Transporte de Albrook, a Campana y Capira, a Antón y a Penonomé, a Tortí y Chepo, a Volcán y David, a caravanas en San Miguelito y volanteos en Calle 50 en la capital. Atesoro las fotos que lo recuerdan.

Hasta que un día de julio de ese año, en el sosiego y ambiente bucólico de Boquete, reflexioné y pensé ¿por qué no tratar de acompañar desde la Asamblea a este futuro presidente y apoyar desde allí sus planes para darle a Panamá un buen gobierno? Y me lancé, sin experiencia previa a recorrer las calles y avenidas de Bethania, de Pueblo Nuevo, de Ancón y de Bella Vista en busca de ese preciado voto, llevando por delante el mensaje y la imagen de Guillermo Endara. Por doquiera me abrían las puertas, me recibían con cariño y con grandes esperanzas.

Mi mensaje siempre fue igual que el suyo. Nunca prometer lo que no se puede cumplir, porque no nos es permitido engañar al pueblo para conseguir su voto. Hablar siempre con la verdad de frente, porque los valores éticos deben regir en el ámbito de la política. Y nunca usufructuar del poder en beneficio propio, porque el poder se busca para servir al pueblo, no para llenarse de privilegios mientras el resto de la población sufre tantas carencias.

Mi campaña en el 2004 tuvo éxito y ocupé con orgullo una curul en la Asamblea.

Cuando pude hacerlo lo seguí, inscribiéndome con mucho orgullo en su partido Vanguardia Moral de la Patria. Me acompañó el día de mi inscripción y, con su característica sonrisa, me decía que yo era “ su bancada ” en la Asamblea.

Me llena de satisfacción haber tratado de cumplir a conciencia con mis postulados y, entre otras cosas, haber tratado de eliminar los privilegios que tan mal sabor dejan en la opinión pública.

Me llena de orgullo haber hecho campaña en las últimas elecciones bajo la bandera del partido que él organizó, aunque al final no obtuve los votos suficientes para lograr la reelección.

Muchas personas me dijeron entonces, y aún me comentan, que mi candidatura hubiese tenido éxito si me hubiese cambiado de partido. Jamás lo hubiese podido hacer.

Nunca podría haber dado la espalda a Guillermo Endara Galimany, un político cuyos principios cívicos y morales fueron mi inspiración para lanzarme por primera vez en mi vida a una cruzada, que para él era la razón de vivir.

*Ex diputada de la República.mireyalasso@yahoo.com

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