• 20/11/2009 01:00

Después de todo: ¿Qué es un periodista?

Adrede he dejado pasar varios días al disipe de la alharaca que acompaña este o aquel suceso, un pindín o una fecha procera. Me pregunto...

Adrede he dejado pasar varios días al disipe de la alharaca que acompaña este o aquel suceso, un pindín o una fecha procera. Me pregunto: ¿Por qué se le exige a los periodistas lo que al mismo tiempo se les niega? ¿Por qué unos elevan a los hombres y mujeres de la pluma a la categoría de arcángeles, para a renglón seguido estigmatizarlos, permitiendo en otros toda clase de desafueros? Pese a los sinceros torrentes de buenos deseos que se prodigan a los periodistas “en su Día” y en Fin de Año, y solo en aquellos ratos, el Gremio sigue sin una legislación de avanzada, que consagre la dignidad y respeto profesional. Así pues, estamos ante la profesión más desprotegida y vulnerable, incluyendo la propia vida.

Sin embargo, el juego de los dobles sombreros es mucho más delicado y complejo de lo que a simple vista aparenta, el desarrollo y robustecimiento de la democracia y la consiguiente gobernabilidad. Todo esto responde a una rigurosa lógica: Si a los periodistas, cronistas de la Historia, pulsores y articuladores del tiempo sociopolítico de cada hora se les impone la autocensura, la reverencia incondicional y el ocultamiento del criterio autónomo, mal podríamos esperar de ellos calidad informativa, profundidad y sostén de las libertades públicas como fundamento de aquella democracia deseada.

Lo anterior está contextualizado en un mundo signado por un cambio de época, la del mercado. Y el mercado y todo lo que representa planetariamente, no parece tener límites bajo el criterio florentino que “ el fin justifica los medios ”. Así, quienes aplaudieron la caída del Muro de Berlín, paradigma de ese salto de Época, pasada la bruma de la fanfarria descubren que la propia Alemania (Agencia oficial DW) no ha podido integrar el trasmuro, y que la alborada del nuevo mundo más tolerante, libertario, humano, se ha transmonopolizado haciendo añicos aquellos entusiasmos. Como es natural, nuestro pequeño y original país, donde “ todo se vende y se compra, incluyendo honras ”, no escaparía precisamente a la mercadización o mercantilización mediática.

En este camino, de trastocamiento de valores, lo que menos pareciera interesar es un profesional pensante, aportador, racional, experimentado. Será preferible la consigna, el eslogan, la trivialidad. Así, ¿se es periodista? Nada más distante. En otras palabras, del Periodismo como tal, queda poco. Las directrices nos vienen de afuera, primorosamente etiquetadas y localmente adobadas. Así pues, el Cronismo Periodístico se ha refugiado en el crimen, la santificación del horror. No queda más remedio que emparapetarse tras el deporte, cantadoras de mejoranas, soplar el jolgorio a preocupación de Estado. Cuestión de proteger la paila y el espinazo.

No es fácil, pues, tratar de ser positivo y aportar por lo menos ideas, sin la aprensión de rozar epidermis.

*Comunicólogo para el Desarrollo Sostenible.agalastica@yahoo.es

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