• 14/12/2009 01:00

Invasión y sociedad

La semana pasada decíamos que nuestra sociedad no había madurado lo suficiente como para evaluar la invasión del 20 de diciembre de 1989...

La semana pasada decíamos que nuestra sociedad no había madurado lo suficiente como para evaluar la invasión del 20 de diciembre de 1989 “en un contexto imparcial y equilibrado que examine los abusos cometidos y las repercusiones sociales y políticas en el seno de la sociedad…”; no solo verlo como el derrocamiento de la dictadura militar de Manuel Antonio Noriega.

Ese momento de ruina debió ser el catalizador para que nuestros ciudadanos tomaran el control de su futuro y trabajaran afanosamente en la construcción de una mejor sociedad. Pero debo señalar que no veo que eso se ha logrado. Si las enormes moles de cemento, acero y vidrio de la avenida Balboa, El Dorado y Costa del Este son ejemplos de progreso, entonces hemos avanzado. Pero por mi parte estamos lejos, muy lejos de tener la plataforma social, cultural y mucho menos política para enfrentar las amenazas globales, como el narcotráfico y la violencia organizada, mucho menos las milenarias, como el analfabetismo, las enfermedades endémicas y el abuso del hombre contra el hombre.

Se supone que todos los sectores involucrados en el quehacer político y económico del país trabajan en beneficio del bien común. En estos últimos veinte años ha quedado en duda el sentido de compromiso que muchos de ellos tienen con la sociedad. En vez, se ha marcado en la conciencia nacional su preocupación por su supervivencia político—económica y cada vez queda más en evidencia lo vano de sus promesas.

El proceso político que ha prevalecido durante este tiempo no parece encaminado a ofrecernos un futuro alentador, todo parece ir en retroceso. Funcionarios electos por otros partidos, que debe significar otra ideología social y política; se alinean fácilmente con el gobernante de turno —tránsfugas desvergonzados. Es la conducta que no le da honor al sacrificio que muchos hicieron hace 20 años. Y no me refiero a este momento político únicamente, ha pasado con cada nuevo gobierno.

Muchos de nuestros actores políticos no muestran capacidad de trascender a un nivel mucho más comprometedor con el futuro. La conducta del matraqueo y los espacios políticos no mueren. Es evidente que no hemos aprendido nada y muchos de nuestros políticos y líderes en varios círculos del quehacer nacional no quieren trascender más allá, si no significa ganancias económicas para ellos y sus allegados.

Cada cinco años desde la invasión de 1989 se ha presentado como una nueva oportunidad las posibilidades de convertir este país en un lugar en donde los más necesitados tengan los elementos básicos para llevar adelante una vida digna; esos que pusieron los muertos en 1989. Cada cinco años, desde aquella violación a la soberanía nacional, hemos tenido la oportunidad de elegir un gobierno para que trabaje afanosamente en el establecimiento de un proceso educativo que nos ayude a elevar el nivel intelectual y educativo del país, para que la mayoría pueda contribuir en la construcción de una mejor sociedad.

Cuatro veces en los últimos 20 años, viviendo en democracia, hemos tenido la oportunidad de elegir la mejor propuesta electoral que tenga a bien promover la cultura y el desarrollo de las artes y las expresiones artísticas para que las generaciones que han crecido en este período conozcan la riqueza cultural de todas nuestras etnias y de todos los grupos humanos que habitamos este pedazo de tierra.

No obstante, la discusión cotidiana gira en torno a lo político y, en los últimos años a la delincuencia y la copada atmósfera de violencia que nos acecha. Estas amenazas son tan intensas que no hay espacio en el ambiente para iniciar una conversación puntual y decidida de cómo vamos a elevar la conducta actual para ser mejor ejemplo para la generación presente. ¿Qué es necesario para que nuestra conducta ciudadana se trasforme en un ejercicio constructivo de ideas e intercambio de opiniones que resulten en programas políticos, sociales y culturales para el beneficio de las masas? Esos que pusieron los muertos.

En la Universidad de Panamá se discuten durante estos días los acontecimientos que dieron lugar a la Invasión. Hay poca asistencia y lo triste es que eso quedará allí. Allí, en la Universidad de Panamá, bastión histórico de lucha y sacrificio patriótico, es más evidente aquel velo silencioso que poco a poco enterrará para siempre el sacrifico supremo de los muertos y desaparecidos de 1989.

*Comunicador social.ernestoholder@gmail.com

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