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- 18/11/2014 01:00
1821: El tránsito del 10 al 28 de Noviembre (II)
La osada declaración del 10 de Noviembre establece con claridad la mentalidad independiente, libertaria y desinteresada de los pueblos de La Villa de Los Santos. Es, en este movimiento, donde observamos una identificación de intereses entre los grupos sencillos de la campiña y sus dirigentes. Donde no existen intereses mezquinos, egoísmo ni discriminaciones clasistas. Está comprobado que la temprana eliminación del sistema de encomiendas en La Villa permite que surja un acendrado espíritu independiente y una rápida dispersión en pequeñas propiedades familiares.
Cuando la noticia de la decisión separatista santeña se conoce en la Capital, José de Fábrega decide enviar a emisarios a La Villa para pactar algún arreglo que evite que el movimiento sea una realidad y los pueblos vuelvan a la sumisión colonial. Los revolucionarios santeños se mantuvieron firmes y desde esa coyuntura surgirá el verbo encendido del natariego Francisco Gómez Miró quien declara que ‘el grito santeño tiene valor de cosa realizada y que nadie ni nada haría cambiar el curso de los acontecimientos’.
El doctor Alfredo Castillero Calvo, en su conocido ensayo sobre la Independencia de Panamá de España, anota: ‘De ahí la fría indiferencia con que José de Fábrega tomara muchas providencias y empleara todo cuanto tuviera a su alcance, al fin de sofocar el grito del 10’. En la capital, Mariano Arosemena, que representaba los grupos comerciantes de la zona de tránsito, resta importancia al movimiento santeño y lo tilda de irregular y deficiente y a sus dirigentes de ‘novicios’.
Es evidente que los sectores de las clases pudientes del Istmo; en Veraguas (terratenientes) y en la Capital (la burguesía comercial) sean precavidos y solo apoyan el movimiento cuando sus intereses estén plenamente asegurados. Por eso existe un lento y tardío tránsito entre el 10 y el 28 de Noviembre. Efectivamente, las diferencias socioeconómicas entre las regiones del Istmo, marcan el tránsito entre las dos fechas.
Desgraciadamente, cuando el movimiento sale de las manos de los revolucionarios santeños pierde el fervor original y queda reducido al reemplazo de los señores colonialistas, dueños de inmensos latifundios, por una nueva clase de propietarios criollos. Además, como corolario, un inmenso distanciamiento entre los dirigentes capitalinos y el pueblo sencillo, que ambicionaba el auténtico fin de la dominación peninsular.
A nuestro entender, otra hubiese sido la historia de 1821 con la concreción de la gesta santeña. Lo más probable es que se hubiera optado por otra alternativa que no hubiera sido la innecesaria unión a la Nueva Granada.
*PROFESOR DE LA UNIVERSIDAD DE PANAMÁ.