• 08/04/2010 02:00

Rescatar al Partido, renovar su militancia

Como nunca antes en su historia, el Partido Revolucionario Democrático atraviesa por su peor crisis. No hay, en todo el país, un solo mi...

Como nunca antes en su historia, el Partido Revolucionario Democrático atraviesa por su peor crisis. No hay, en todo el país, un solo miembro de nuestras filas que no comparta este criterio, que no esté lleno de preocupación y que no exija propuestas concretas para superar esta etapa. Reconocerla, sin embargo, es ya un paso adelante, porque como decía nuestro General Omar Torrijos, “más vale un centímetro de avance en la línea correcta, que miles en la dirección equivocada”.

En escritos anteriores he abogado por la unidad del partido como mecanismo salvador, pero no se debe ignorar que cualquier propuesta unitaria o salvadora pasa por un examen pormenorizado y acucioso de las causas que nos han llevado hasta donde estamos, la distribución correspondiente de responsabilidades y ante todo la distinción de las sumas de voluntades que deben colocar el partido por encima de intereses individuales y mezquinos. Y lo digo así porque nuestra historia más reciente revela que hay quienes han colocado por encima del partido, de su historia y de los ejemplos de su fundador, sus intereses particulares.

La crisis actual arranca en la forma elitista como se ha dirigido el partido desde la segunda mitad de los años noventa, anulando el debate creativo, autocrítico, que caracterizó al PRD desde su fundación. Fue esa discusión permanente, la docencia que nos enseñó Omar, lo que llevó al PRD a ser la vanguardia del pensamiento más progresista del país. Y fue precisamente esa enseñanza la que dejamos en el camino; de colectivo militante el PRD se transformó en una masa inmóvil detrás de dirigencias que se empeñaron en anular los aportes de los frentes sectoriales del Consejo Directivo Nacional y de los organismos de base.

Debemos admitir que las heridas internas infringidas al partido han sido más letales que las asestadas por el adversario; admitir igualmente que la victoria de los rivales sólo fue posible verbigracia esa fragmentación interna que tuvo su génesis en las acciones de aquellos que solo hicieron valer sus afanes personales y no los del colectivo. Durante toda nuestra historia, las rivalidades fueron episódicas, y una vez transcurrían, todo el partido se alineaba detrás de los ganadores. Esta vez no solo no fue así, sino que contra la decisión del PRD de apoyar las diversas candidaturas, se conspiró abiertamente con más saña que la del propio adversario, al extremo de pasar hoy por el trauma que analizamos.

Yo insisto en que la unidad del partido es la única salida a la crisis, pero una unidad militante que le devuelva a los frentes sectoriales su beligerancia, que nadie se abrogue, como en el pasado, la designación de a dedo de los dirigentes; eso no fue lo que enseñó Omar. El nuevo Comité Ejecutivo Nacional (CEN) que asuma la responsabilidad de dirigir los destinos del PRD, tiene que ser a condición de que reactive los frentes sectoriales, incorpore al debate a los militantes que cuentan con representación popular en Órganos del Estado; que se denuncie la actividad sediciosa de quienes creen que van a doblegar al partido a punta de dinero y de publicidad, o de aquellos que podrían estar viendo esos puestos de elección como parte de su inversión personal, y no como parte de la estrategia partidaria. Que la elección de este nuevo CEN tiene que estar condicionada y comprometida a una amplia y extensa discusión con las bases del PRD en todo el país. Sé por experiencia personal que los perredistas a nivel nacional tienen muchas cosas que decir, y el partido las tiene que escuchar.

El PRD no puede pasar de vanguardia histórica que forjó el Estado Nacional de Panamá, a potrero de los que creen que este partido se mueve a base de compra y venta de votos. Eso no se puede permitir.

Los perredistas no podemos aceptar que el pueblo panameño se quede sin partido, hay que devolvérselo, aunque ello implique depurar sus filas de quienes han contravenido el torrijismo. No somos la ruma de truhanes que nos achacan los detractores, ni hijos de una supuesta dictadura, somos orgullosamente, la suma de sacrificios y de luchas que le devolvieron a Panamá su soberanía y su orgullo nacional. Hago este llamado desde la autoridad que me asiste ser militante de las filas desde que en 1968 Omar Torrijos convocó a la nación para que se reconociera a sí misma, y desde las jornadas autocríticas que nos permitieron admitir la urgencia de que nuestra sociedad caminara por derroteros democráticos, y no por la autocracia que nos caracterizó a finales de los años ochenta.

Es hora de que los torrijistas nos sentemos a mirar con la pasión que nos ha caracterizado este minuto crucial, que reactivemos nuestras filas, que exijamos una disculpa pública a los candidatos de las pasadas elecciones por todo lo que se actuó en su contra, porque todo lo que se hizo dentro del partido contra ellos, actuó contra el propio partido. Las muchas jornadas que he vivido en el PRD me hacen afirmar que el infantilismo y el oportunismo político deben quedar atrás, que las ambiciones personales que están por encima del partido deben ser denunciadas y depuradas, porque si en algo ha sido afectado el PRD en sus últimas jornadas es en su credibilidad, y recuperarla no se puede negociar.

El próximo CEN debe encabezar una gran jornada nacional de consulta y discusión, y de reestructuración de los órganos de dirección; una jornada de debates francos y abiertos que coloque al PRD en condiciones de enfrentar el autoritarismo y la demagogia del actual gobierno.

*Miembro del PRD.jjamadoiii@hotmail.com cargo

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