• 14/04/2010 02:00

Apostar por la justicia (III)

Crecen la pobreza, la desigualdad, la marginación y la exclusión. Se incrementan los presupuestos para armamento, se mantienen 24 guerra...

Crecen la pobreza, la desigualdad, la marginación y la exclusión. Se incrementan los presupuestos para armamento, se mantienen 24 guerras vivas, se vulneran los derechos humanos fundamentales y se privilegian las relaciones con regímenes políticos que mantienen la pena de muerte, la tortura como sistema y la injusticia social como método.

Para que no nos arrastre la desilusión y se apague la esperanza podemos compartir un texto que puede animarnos a arrimar el hombro para hacer que cada día, cada minuto se llenen de sentido porque no hemos podido haber nacido para padecer y contemplar tanta injusticia de muerte.

Porque muere lentamente quien se transforma en esclavo de la rutina, repitiendo los mismos trayectos, no se arriesga a abrirse a nuevos horizontes y no le habla a quien no conoce.

Quien no se acepta como es y no actúa en consecuencia, prefiere lo ya conocido aunque mezquino a un remolino de emociones, de esas que rescatan el brillo de los ojos, transforman en sonrisas los bostezos, y en oportunidades los problemas. El que no se atreve a cambiar de rumbo cuando está infeliz en el trabajo, quien no arriesga lo cierto por lo incierto para ir detrás de ese sueño que lo desvela. Quien no se permite alguna vez huir de los consejos sensatos. Quien no viaja, no lee, quien no oye música, quien no es amable consigo mismo. Quien destruye su amor propio sin reconducirlo hacia horizontes de armonía, Quien no se deja ayudar y pasa los días quejándose de su mala suerte o de la lluvia incesante o que no se atreve a preguntar sobre un tema que desconoce o no comparte lo que sabe. Quien no comparte sus emociones, alegrías y tristezas, no confía, no lo intenta, no trata de superarse o no aprende de las piedras del camino de la vida, quien no ama y se deja amar. Evitemos esta muerte silenciosa y aburrida, recordando que estar vivo exige un esfuerzo mayor que el simple hecho de respirar.

Pero que, al fin, nos reconcilia con la vida.

*Profesor Emérito de la UCM fajardoccs@solidarios.org.es

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