• 15/04/2010 02:00

Miedo al progreso

Una innumerable cantidad de amigos me dicen que vengo de un mundo desaparecido, por no decir antediluviano, y que no encuentro espacio e...

Una innumerable cantidad de amigos me dicen que vengo de un mundo desaparecido, por no decir antediluviano, y que no encuentro espacio en la era actual. Reconozco parte de sus razonamientos admitiendo mi confusión frente a los continuos avances técnicos, tales como los ordenadores, los correos electrónicos, los celulares y tantas cosas de la maravillosa e increíble vida contemporánea.

Extraño las pesadas y ruidosas máquinas de escribir, las incesantes llamadas telefónicas y tantas otras cosas del pretérito necesarias para elaborar una buena información. Estos antiguos elementos me ayudaban en mi lejano trabajo de reportero gráfico, columnista y asesor de principiantes del apasionante ámbito de la difusión informativa. Desde hace poco tiempo, hasta donde mi talento lo consiente, incursiono en el sorprendente universo del desarrollo con resultados más o menos aceptables. La práctica y el tesón me han brindado la oportunidad de codearme de tú a tú con los actuales orientadores de la opinión pública, algunos carentes del dominio del idioma que nos une sin distingo de religión o raza. Estos autodenominados redactores del futuro destrozan sin piedad el legado de los conquistadores españoles: La lengua del manco de Lepanto. Es lamentable leer y escuchar frecuentemente noticias faltas de sintaxis y repletas de yerros que demuestran la mala calidad de las enseñanzas impartidas por los profesores y maestros de las escuelas primarias, secundarias y universidades. No se puede culpar a los alumnos del mal estado de la educación, cuando los verdaderos responsables son quienes sin una plataforma sólida aparecen como conductores de la niñez y juventud panameña.

Todavía estamos a tiempo de mejorar el desenvolvimiento de los nuevos periodistas y otros profesionales, además de quienes redactan artículos en los diferentes medios de comunicación a diario.

Como este servidor hay muchísimas personas carentes de la base que les permita enfrentar con éxito los constantes avances tecnológicos. Por tal razón aplaudo la modernización de la enseñanza que permitirá, en breve plazo, una mejor preparación de nuestros estudiantes. Así terminarán las múltiples deserciones escolares, además del penoso rechazo a la hora de ingresar a cualquier plantel de instrucción superior. Aquí, sin temor a equivocarme, manifiesto que los docentes que abrazaron su profesión cuando imperaban la tinta, el lápiz y el papel tienen pánico al progreso. Lastimosamente, no toman en cuenta que desde la aparición del hombre sobre la faz de la Tierra las nuevas ideas son las que han facilitado llegar hasta la cómoda vida de hoy.

La historia está repleta de infinidad de protestas ante los inventos que han ayudado al refinamiento de la humanidad. Cuando se construyó el primer automóvil los dueños de coches y diligencias gritaron como locos viendo peligrar sus negocios de transporte. Igual ocurrió al surcar los cielos, el aeroplano que terminó con la hegemonía de las rutas acuáticas. Y qué decir del bolígrafo y la computadora, ésta echó a un lado la máquina de escribir, y aquel sepultó las plumas estilográficas. Podría seguir mencionando un sinfín de casos parecidos, para disuadir a quienes tratan de permanecer en el pasado sin dejar a la mayoría transitar por los senderos de la prosperidad educativa.

*Fotógrafo profesional.bravo.aristides@hotmail.com

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