• 29/07/2010 02:00

Cómo asegurar el cambio que favorecimos

F avorecimos el ‘cambio’, como la gran mayoría, y seguimos con la disposición de seguir apoyándolo. Lo hicimos públicamente al frente de...

F avorecimos el ‘cambio’, como la gran mayoría, y seguimos con la disposición de seguir apoyándolo. Lo hicimos públicamente al frente de ‘Fuerza Independiente’, movimiento integrado por personalidades verdaderamente independientes de la vida político—partidista; conciudadanos de trayectoria propositiva, como Roberto Troncoso, Irving Hallman, Julia Suira, Bertilo Mejía, Geraldine Emiliani, Rafael Montes Gómez, Alexis Soto y varios más en todo el país.

Luego de un análisis sosegado, al principio optamos por la candidatura de Varela; después nos convencimos de que su candidatura no era del todo viable y que lo que más convenía a los intereses nacionales, dentro de la coyuntura política tal cual se presentaba entonces, era evitar la división del voto opositor y asegurar el triunfo del candidato Martinelli; por ello contribuimos al acercamiento entre Martinelli—Varela, que a la postre hizo fraguar la alianza por muchos considerada imposible, y como alianza se logró el respaldo electoral mayoritario.

Nuestra decisión se fundamentó en el anhelo de un cambio que permitiese, sobre todo a quienes se encuentran en la base de la pirámide, el presente y futuro al cual tienen derecho; en términos de mayores oportunidades para beneficiarse de un crecimiento económico con equidad social. Para lograr lo anterior se hacía necesario eliminar las prácticas nefastas que han impedido el desarrollo de una Democracia Plena.

La Democracia Plena parte del sufragio popular y la elección de candidatos en forma transparente, a quienes por esa vía se confía un mandato; en el caso del presidente de la República, un mandato para gobernar, para administrar la Cosa Pública por un periodo determinado, pero no termina allí. Esa confianza implica también que se actúe con sujeción al Estado de Derecho, respeto por la separación de los poderes; con un firme rechazo a la corrupción; favoreciendo los pesos y contrapesos; ejerciendo las funciones públicas con transparencia y rendición de cuentas; con énfasis en la consulta y los espacios de participación ciudadana, diálogo y concertación; asegurando la vigencia de los derechos humanos y libertades plenas; comprendiendo que todos somos panameños, y no caben rencores, revanchismos ni actitudes prepotentes sino, sobre todo, la vocación y determinación para resolver, entre todos, los principales apremios; sobre todo, con humildad, que no es sinónimo de debilidad.

Así entendimos y apostamos por el cambio; pero alumbrándolo con luces largas, en función de una visión de país compartida, construida por todos, no solo desde el sector público—político, porque es claro que el rol de los electores tampoco termina en las urnas.

El mandato presidencial no provino exclusivamente de las filas de CD y los partidos de la Alianza; fue posible también gracias a la confianza depositada por miles de independientes, de la sociedad civil, y de compatriotas sencillos que no están matriculados en ningún partido político. La gobernabilidad también habrá de encontrar su más fiel respaldo entre estos, quienes a final de cuentas inclinarán el péndulo de la confianza, factor tan crucial para cualquier mandatario.

Asimismo, es cuando más debemos tomarnos en serio el tema de la Concertación Nacional, y dar en consecuencia el mayor énfasis a la Ley 20 de 25 de febrero de 2008, que crea el Consejo de la Concertación Nacional para el Desarrollo y establece su mecanismo de verificación y seguimiento. Se trata de abrazar ese espacio de diálogo social institucionalizado, en función de lo que más conviene al interés nacional, al bien común; es la máxima instancia que como panameños hemos logrado, no para cogobernar, sino para apoyar a cualquier presidente y su gobierno a construir consensos, en una forma organizada y edificante.

A los ciudadanos de buena fe lo que nos interesa es que la actual administración sea lo más exitosa posible; pero nos interesa que la del 2014 y periodos sucesivos también lo sean. Lo nuestro nunca debe ser coyuntural, asimilándonos a las mieles del poder, como lo hacen esos aduladores y sanguijuelas que aparecen en todos los gobiernos.

Sería deseable, oportuno, que el presidente haga un ajuste de su equipo de trabajo al nivel ministerial. Corresponde al presidente rodearse de aquellas personas capaces, que de verdad tienen la convicción y el compromiso de anteponer a la patria y a los pobres primero.

*EX PRESIDENTE DE LA APEDE.

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