• 11/10/2010 02:00

Periodismo y el Nobel 2010

Hay mucho que mejorar en el ejercicio del periodismo a nivel nacional y cuando se trata de presentar la verdad y servir como conciencia ...

Hay mucho que mejorar en el ejercicio del periodismo a nivel nacional y cuando se trata de presentar la verdad y servir como conciencia crítica de la sociedad, se debe trabajar afanosamente porque ese ejercicio sea consciente y honesto. La pasada campaña electorera, por ejemplo, dejó mucho que desear con respecto al papel que el periodismo desempeñó.

Han sido altas y claras las denuncias realizadas por la ciudadanía desde la semana pasada en relación al tema de la condena a un año de cárcel e igual período de inhabilitación para ejercer el periodismo, dictada por el Segundo Tribunal Superior de Justicia contra los periodistas Sabrina Bacal y Justino González. El trabajo por el que se les condena a los colegas Bacal y González muestra seriedad en su presentación; un trabajo investigativo sustentado en la documentación de los hecho y por este caso ya habían sido absueltos por los tribunales.

Si la columna vertebral de toda democracia es la libertad de expresión, y el periodismo serio se sustenta sobre ese principio, entonces debemos tener claro que esa libertad debe estar acompañada de una conducta prudente. Pero el tema Bacal — González, estalla en medio de una noticia más universal sustentada en la Libertad de expresión y su suprema responsabilidad.

Entre los varios premios que ha recibido el escritor Mario Vargas Llosa, cuenta el recibido en octubre de 2006 otorgado por la Escuela de Periodismo de la Universidad de Columbia, Estados Unidos: El Premio Moors Cabot, máximo lauro que anualmente se otorga a destacados profesionales y medios de la prensa escrita y audiovisual del mundo. En su discurso de aceptación, Vargas Llosa manifestó que ‘El periodismo es el garante de la libertad’. Hoy, suma el premio Nobel de Literatura 2010.

No soy un ‘fan’ de Mario Vargas Llosa, pero no tiene que ver con su producción literaria que va mucho más allá de su trabajo periodístico. Su extensa obra y aportes a la literatura universal comprenden una variada presentación de novelas, ensayos y críticas literarias. A sus premiaciones se suma el Príncipe de Asturias (1986) y el Premio Cervantes (1994). No soy un lector disciplinado, es decir, no conozco a profundidad su obra por lo que, mucho menos deben considerarme un crítico. Solo, como siempre, ofrezco una opinión desde mi limitada perspectiva.

De la creación literaria de Vargas Llosa me llama la atención su exuberante imaginación, posee un dominio del idioma y una pluma mágica y brillante apoyada por una capacidad investigativa y profunda de los temas que explora. Su trabajo consolida la naturaleza mundial del idioma, conjuntamente con los otros nobeles literarios latinoamericanos.

Cuando recibió el premio Moors Cabot, invitó a ‘Quienes estén interesados en conocer las grandezas y miserias del periodismo en una sociedad industrial moderna deben precipitarse a ver The Insider’, un film escrito y dirigido por Michael Mann, que detalla cómo la industria tabacalera conspiró para desacreditar a uno de sus más importantes científicos e investigadores, el Doctor Jeffrey Wigand, quien, apoyado en sus principios morales, había renunciado a la empresa. No podía vivir tranquilo sabiendo que las tabacaleras ‘habían aumentado las dosis de nicotina en los cigarrillos, a sabiendas de que esta sustancia era adictiva’. La industria tabacalera acorraló al programa 60 minutes, que preparaba un profundo y detallado reportaje sobre el tema, amenazando a su empresa madre, CBS, a un largo proceso judicial que podría costarle ‘billones de dólares’ y que como consecuencia, CBS podía terminar siendo absorbida por las tabacaleras. Deben ver y analizar ‘The Insider’, para conocer la forma en que la verdad fue amenazada y sobrevivió.

En el 2006, el periodista J.M. Calvo, del diario El País de España, con motivo del premio Moors Cabot, recogió en Nueva York algunas declaraciones de Vargas Llosa en las que señalaba que: ‘Precisamente porque el periodismo garantiza la libertad, todas las dictaduras, de derechas y de izquierdas, practican la censura y usan el chantaje, la intimidación o el soborno para controlar el flujo de información. Se puede medir la salud democrática de un país evaluando la diversidad de opiniones, la libertad de expresión y el espíritu crítico de sus diversos medios de comunicación. Es algo que parece obvio, pero que no se puede perder de vista si se quiere frenar cualquier intento de restringir la libertad de prensa, y también si se quiere evitar el periodismo sensacionalista’.

Las condiciones sociopolíticas, a inicios de este siglo XXI, no ofrecen tiempo ni espacio para avanzar cambios duraderos en el seno de las sociedades. Los gobiernos deben decidir entonces si pierden tiempo y esfuerzo con acciones como las de la condena a los colegas, con las repercusiones internas y externas, o si trabaja arduamente para dejar su huella en beneficio de las capas sociales más necesitadas.

*COMUNICADOR SOCIAL.

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