• 01/11/2010 01:00

Roderick Esquivel, ante la historia

C onocí a Roderick Esquivel hace 20 años, su desaparición física me ha consternado profundamente. Lo traté más en el plano personal que ...

C onocí a Roderick Esquivel hace 20 años, su desaparición física me ha consternado profundamente. Lo traté más en el plano personal que en el plano político; sin embargo, lo que puedo afirmar vehementemente es que cuando fungió como vicepresidente de la República no alcanzó la más alta magistratura, porque la reciedumbre de su carácter y su integridad no le permitió arrodillarse ante los militares.

Su vínculo político en aquel episodio de la historia no fue con los militares, sino en razón de la amistad que por muchos años sostuvo con el Dr. Nicolás Ardito Barletta.

Muchos panameños injustamente lo han vinculado a los militares, porque por desventura apareció una alianza de los liberales con los militares, la que en el fondo nunca fue así.

Hoy, cuando Roderick deja la vida terrenal para arribar al plano de lo sublime, es oportuno el momento para que los panameños sepan que fue un hombre íntegro que no lo maleó el poder, porque hubiera bastado sumisión para ocupa la más alta magistratura de la nación. ¿Cuántos hombres, como él, pueden resistir esa tentación?, dejo esta respuesta para que en la intimidad de sus vidas se lo respondan, cada panameño y cada panameña.

Roderick prefirió entregarle a sus hijos y a sus connacionales el nombre de un panameño, de un chiricano que hoy hubiere podido dejar una fortuna, pero no fue así.

La estrechez económica con que vivió Roderick no le permitió ni siquiera ayudar en las candidaturas de su hijo Rodrigo, lo que nos pone de manifiesto que no utilizó los cargos públicos para entrar ‘pobre y salir millonario’.

En el pasado, Roderick fue ministro de Trabajo, Previsión Social y Salud Pública y lo fue por larga data, lo que reafirma mis palabras.

Cuando los hombres íntegros caen abatidos por el peso de los años, nos corresponde a los que les sobrevivimos recordarlos con cariño, con respeto y presentarlos a las futuras generaciones como hombres de gran valía, que no se dejaron salpicar por la corrupción y el cieno imperante en el ámbito nacional.

Hubo otros aspectos de la vida de Roderick que hay que destacar, había que escucharlo hablar, era un maestro en el más amplio sentido del vocablo, su verbo era cadencioso y sonoro, parecía cantar, sus charlas eran piezas de verdadera oratoria, lo escuchábamos como los alumnos escuchan a un buen profesor. Hace más de medio siglo, en el Parque de Cervantes, concluyó su discurso con versos de nuestro laureado poeta chiricano Santiago Anguizola: ‘Yo quiero decirle con orgullo al mundo / que no en sus glorias mi esperanza fundo / porque es mi gloria mayor / ser chiricano’.

En el campo profesional, dedicó su vida a la Ginecología y a la Obstetricia y lo hizo con prestigio y dedicación, como los grandes cuando entregan su vida para recibir tantas nuevas vidas. Hace pocos años atendía consulta y por dos motivos, porque a más del amor a su profesión, lo demandaba su posición económica que no era holgada.

Hasta pronto, querido amigo, solo nos precedes en ese camino inexorable hacia lo ignoto, por donde habremos de trascender las fronteras de lo terreno a lo sublime, no estuve presente en este último recorrido de tu vida terrena, pero te acompañé espiritualmente, con esa fuerza espiritual que nos amalgama y que nos une.

*EMPRESARIO.

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