• 16/11/2010 01:00

Se busca un líder

H istóricamente nuestro país siempre ha mantenido un claro concepto de quiénes son sus líderes. Liderazgo incuestionable en mi recuerdo ...

H istóricamente nuestro país siempre ha mantenido un claro concepto de quiénes son sus líderes. Liderazgo incuestionable en mi recuerdo un general Remón, un Nino Chiari, un David Samudio, o bien el doctor Arnulfo Arias Madrid, un Omar Torrijos. En la nueva era democrática vimos liderazgos incuestionables de un Pérez Balladares, una Mireya Moscoso, un Martín Torrijos. Hoy, sin embargo, el país sufre de falta de líder. Partidos de gobierno y partidos en oposición buscan afanosamente un líder, ese capaz de unir a sus fuerzas y proyectarse enmarcado en su capacidad, honestidad y liderazgo.

Nuestros nuevos políticos pretenden lograr el liderazgo en función de inversión publicitaria y recursos económicos, no tener seguidores por su ‘proyecto—país’, sino vilmente comprar conciencias. El nuevo método parece cómodo a aspirantes a diputados, alcaldes y presidente, quedando los representantes de corregimiento como el único bastión para un líder natural, recogiendo todavía el poder popular. Lo grave del cambio ocurrido es que el desarrollo natural de nuevos líderes se ha visto afectado. Hoy no basta tener un buen discurso y ser buen orador, ahora necesitas un manejo de imagen, presencia en medios, contratar un equipo profesional que complete tu esfuerzo.

Todo eso, evidentemente, enmarcado en gastos e inversión de fuerte sumas de dinero. Pero lo peor de lo que nos está ocurriendo es que el sistema, basado en leyes acomodadas siempre por los partidos gobernantes, está diseñado para reducir las posibilidades de una verdadera democracia. Hoy no elegimos los mejores, elegimos los más ricos. Peor aun, no corren los mejores, corren los más ricos.

Desde un sistema de primarias, donde priva la publicidad, compra de votos y subsidios a electores; hasta una elección de diputados en circuitos plurinominales, donde salen, gracias a la popularidad de unos, otros que jamás serían electos individualmente. Si realmente quisieran nuestros políticos propiciar liderazgo real, primero hay que cambiar las reglas de juego de las primarias. Yo personalmente, creo en una primaria donde los aspirantes no puedan hacer publicidad ni en televisión, radio ni prensa, de forma que los miembros del partido elijan al candidato que ellos conocen, no el que le vendan. Si en los 60 días de la primaria los aspirantes tienen que visitar a pedir el voto sin apoyo mediático, solo lograrían ser candidatos los verdaderos militantes de los partidos, reconocidos y con trayectoria conocida a los miembros. Por otro lado, los diputados deben salir de un sistema electoral que dé un voto por persona. Es decir, aun en los plurinominales, se votaría por un solo aspirante, los más votados serían los electos. Las minorías tendrían mejor representación en la Asamblea y los diputados tendrían una verdadera representación de su electorado.

Quizás la tragedia de la falta de líderes tenga otras raíces, como, por ejemplo, el haber perdido el país una causa que nos una o que proyecte la necesidad. Causas como el nacionalismo, la lucha por la soberanía, la presencia militar extranjera en nuestro suelo, quedaron atrás y resueltas. Hoy haría falta unirnos contra la pobreza, unirnos contra la corrupción, luchar por la mejor distribución de la riqueza, pero son causas que solo con un verdadero líder se pueden proyectar. La nuevas generaciones se desgastan en ambiciones materiales y un desenfreno sexual explotado por medios y comerciantes.

Hoy lo importante no es cuánto sabes, sino cuánto tienes. No cuenta la inteligencia, la habilidad o capacidad, cuenta la riqueza. Y mientras alimentamos las ambiciones de los jóvenes en el consumismo y la tenencia material, lo bombardeamos en televisión, radio y prensa escrita con anuncios sexuales, novelas con antivalores y malos ejemplos de triunfo y éxito.

Liderar una campaña de adecentamiento no es fácil, nuestros aspirantes a líderes prefieren concentrar su esfuerzo denigrando y atacando a sus adversarios y exponiendo su conocimiento de la actualidad nacional. Pero, ¿qué proyecto país tienen? ¿Qué causa pretenden impulsar? Hoy por hoy, el electorado pareciera reducido a escoger o bien el que más conoce o al que crea con más capacidad para gobernar, pero salvo una posible candidatura de los obreros, los demás, gobierno y oposición, parecen promover al candidato y no un programa o proyecto. Quizás, en los próximos años, surja otro gran líder, pero por ahora, seguiremos viviendo con el recuerdo de los últimos que el país conoció.

*INGENIERO Y ANALISTA POLÍTICO.

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