• 20/11/2010 01:00

2014: ¿otra derrota electoral?

La historia interna del PRD siempre ha tenido tradición y práctica democrática; eso sí, carácter impositivo, acorde con principios y reg...

La historia interna del PRD siempre ha tenido tradición y práctica democrática; eso sí, carácter impositivo, acorde con principios y reglamentos estatutarios. En 1984, la primera elección general para escoger presidente de la República, después del impasse que produjo el golpe militar de 1968, en la selección del candidato presidencial del PRD se produjeron traumas y conflictos internos, debido a que el candidato de simpatía era el Dr. Ernesto Pérez Balladares.

La intromisión de la cúpula militar revirtió esa voluntad, e impuso a Nicolás Ardito Barletta, quien ganó el torneo al Dr. Arnulfo Arias M. por 1713 votos. Tal resultado fue objeto de señalamientos de fraude, pero el aval y reconocimiento de triunfo por parte del gobierno norteamericano apagaron las protestas y acusaciones de partidos y dirigentes de oposición.

Las elecciones de 1989, producto de una situación degenerativa en la conducción política del Estado y la intervención de representantes del gobierno de EE.UU. en asuntos internos, favoreció al candidato de la alianza opositora ADO—CIVILISTA, Guillermo Endara Galimany. El candidato de la alianza oficialista COLINA, Carlos Duque Jaén, sufrió una aplastante derrota electoral. No obstante el hecho de que la policía y funcionarios públicos, virtualmente adversaran la propuesta oficial, por la cantidad de votos recibidos que contabilizó alrededor de 126000, suma menor a la cantidad de miembros inscritos, el PRD demostró su fuerza electoral.

Este severo revés, creo sirvió de reflexión al dirigente, quien en una actitud inteligente y desprendida, decidió asumir un rol secundario, apoyando las acciones partidarias y renovadoras que permitieran el fortalecimiento y oportunidad de retoma del poder. Esta sabia decisión, redundó en el triunfo del Dr. Ernesto Pérez Balladares en las elecciones de 1994. En virtud de ello, Duquibiri, el apodo de campaña, goza del respeto y estima de la membresía, quien lo distingue y reconoce como presidente vitalicio.

Las primarias presidenciales de 1999, ofertaron postulaciones contraproducentes, considerando la majestuosidad y reserva que merece el cargo. Aunado a ello se generaron diferencias que alteraron las condiciones y desenvolvimiento del candidato. En tal escenario, la alianza oficialista NUEVA NACIÓN abanderada por Martín T. Espino, pierde las elecciones con la candidata opositora Mireya Elisa Moscoso. Sin embargo, los votos obtenidos superan en creces la cantidad de miembros inscritos.

En consecuencia M. T. Espino acapara simpatía nacional, convirtiéndose en único e indiscutible líder de la oposición, aspecto materializado y confirmado en el triunfo electoral de mayo de 2004.

En 2009 un ambiente positivo de unidad se respiraba frente al compromiso de mayo; se comentaba de manera generalizada el virtual triunfo en la Alcaldía de Panamá y la posibilidad de romper con la tradición de no repetir candidato oficial. Pero en política las conspiraciones y posiciones individualistas no cesan. Repentinamente surge un elemento que revienta tal coyuntura, desconociendo e incumpliendo compromisos y convenios políticos pre establecidos. Obviamente produce una división y confrontación innecesarias. Dicho por la ex candidata presidencial, fue Martin T. Espino quien maquineó todo, pero deduzco que hay responsabilidad compartida. Resultado final, apabullante derrota, que por segunda vez refleja cantidad menor de votos que miembros inscritos. Cabe resaltar que como en 1989, donde la juventud democristiana se apoderó de los centros de votación, en esta elección tuvimos 45% de representación en las mesas, marcada diferencia frente al 95, que históricamente asiste. Lamentablemente, ante precedente y realidad política, no existe visión, voluntad ni interés de asimilar lectura, abriendo los ojos y poniendo los pies sobre la tierra.

Me preocupa que del Partido, literalmente un hospital, no surja un liderazgo fuerte que detenga la constante disidencia de bases, delegados, directores, diputados, alcaldes y representantes, para orientar, conducir y convocar un nuevo Congreso que revitalice, dinamice, estimule y motive el deseo de conformar un equipo renovador de proyección para avanzar. Por otro lado, si permitimos omisamente choteos de precandidatos presidenciales sin perfil ni posibilidades reales, seguiremos mal. Peor aún es que la actual dirigencia permanezca hasta 2013 tal como afirman, porque el tiempo de recuperación sería tardío. Ante la escabrosa y enrarecida atmósfera, no claudicaré en crear conciencia para transformar y evitar escuchar con tristeza y amargura al pueblo frustrado decir en mayo de 2014, ‘buen salto PRD’.

*DELEGADO Y DIRECTOR NACIONAL DEL PRD.

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