• 10/10/2018 11:42

Cincuenta años después del 11 de octubre de 1968

Hoy como ayer tenemos una plutocracia corrupta y mafiosa en el poder, pero a  diferencia de hace 50 años, no hay alternativa popular ni fuerza política decente de relevo, ni los “generales de banqueta

El 11 de octubre de 1968, fecha del cruento golpe militar que expulsó del poder político del Estado a la oligarquía encabezada por el doctor Arnulfo Arias Madrid en su calidad de presidente de la República, a pesar de la lejanía histórica, en poco se diferencia de la situación política, económica, social e institucional de la actualidad. Una amalgama o “matrimonio incestuoso” entre la “clase política” gobernante y la Guardia Nacional que servía de instrumento de represión en contra de la protesta social y una Iglesia católica que santificaba dicha unión, fue lo que caracterizó aquel momento, con una cualitativa diferencia, existía también, una “situación revolucionaria”, es decir, estaban creadas las condiciones “objetivas y subjetivas” para una insurrección popular revolucionaria. Ello explica por qué el gobierno de Estados Unidos de América y particularmente el “Pentágono” y su Comando Sur enclavado en la Zona del Canal no se opusieron al “golpe militar”; además del carácter represivo, antipopular y anticomunista de su primera fase, encabezada particularmente por el Mayor Boris Martínez, un entorchado fascistoide.

El periodo de poder militar aunque cronológicamente corto -21 años- es rico en acontecimientos y es identificado tanto por legos como por algunos especialistas de la academia con el simplismo de “dictadura militar”. En realidad desde el punto de vista político e incluso sociológico se distinguen tres fases durante los 21 años en que los militares “convoyaron” el poder político del Estado: El período represivo, de transición y reacomodo de fuerzas dentro del instituto castrense que va del 11 de octubre de 1968 al 16 de diciembre de 1969; la etapa de “la revolución panameña”, proceso revolucionario o proceso de liberación nacional, que incluye la consolidación de Omar Torrijos al mando de la Guardia Nacional y líder del pueblo panameño, apertura del proceso de eliminación del tratado del canal de 1903 y de la institucionalización política del Estado Panameño (Constitución de 1972), así como de la eliminación de la “quinta frontera” y la firma de los Tratados Torrijos/Carter (1977), que oscila entre 1970 y 1981 (este último año, en que se consumó el asesinato del General Omar Torrijos); y el ciclo en el que los mandos militares se apartan de “La Línea”, que comprende el “buen salto” del General Rubén Darío Paredes (1983) , quien a imitación del General José Antonio Remón Cantera pretendió – en brazos de la oligarquía- trasladar el poder de la “avenida A” al Palacio de las Garzas (1981-1983); y el espacio autoritario del general Manuel Antonio Noriega que cerró el lapso castrense a la media noche del 20 de diciembre de 1989 con la invasión y genocidio del ejército más poderoso de la Tierra.

Hoy como ayer tenemos una plutocracia corrupta y mafiosa en el poder, pero a  diferencia de hace 50 años, no hay alternativa popular ni fuerza política decente de relevo, ni los “generales de banqueta” -Directores de Servicios- de la Fuerza Pública actuales tienen la virilidad de propiciar una salida “golpista”. En mi opinión la única vía civilizada es el compromiso de las fuerzas políticas, sociales y, sobre todo, del “País decente” de exigir al Tribunal Electoral la inclusión de la “quinta papeleta” en el torneo electoral del 5 de mayo de 2019, donde el pueblo, como soberano general pueda decidir si quiere o no, que el próximo gobierno convoque a una Asamblea Nacional Constituyente. ¿Gobierno de Ley o Anarquía? ¡Así de sencilla es la cosa!

El autor es abogado y analista político.

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