• 30/03/2014 01:00

La juventud de lo absurdo

Columna de opinión. 

Según el Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, ‘absurdo’ como vocablo, presenta las siguientes acepciones: ‘Contrario y opuesto a la razón; que no tiene sentido. Dicho o hecho irracional, arbitrario o disparatado’. Esta definición deja entrever acción contrariada, en contravía y contra sentido con lo lógico o con lo verdaderamente significativo e importante. Empero, sabemos que de alguna manera existió ‘un arte de lo absurdo’, pero con criterios y sustento bien definidos y delineados. También, en la figura de Albert Camus, se propició el ‘absurdismo’, como tendencia filosófica que planteaba que ‘la vida es insignificante por sí misma y que cada individuo del género humano es libre para moldear su vida, identificándose con su propio porvenir’.

Sin embargo, en el caso que nos ocupa, no se trata de una ‘juventud rebelde’ o con un profundo sentido de criticidad frente a hechos y sucesos que acontecen y que, de una u otra forma, repercuten en ellos. No, es algo similar a una juventud seguidora de modas desvirtuadoras del sentido humano y de toda sensibilidad, que los lleva a actuar de manera extraña, al grado de que no les interesa nada, que no esperan de la vida nada, que no tienen sueños ni metas; que no saben dónde están parados ni hacia dónde van, y que sucumben ante la ociosidad e improductividad, convirtiéndose en cargas, tanto para los padres de familias como para la sociedad en general.

Es decir, estamos en convivencia con una juventud que por diversas razones de índoles educativa, cultural, social, moral, espiritual, etc., no está haciendo las cosas bien, ni está asumiendo la actitud correcta frente a su diario vivir; dando evidencia notoria de abulia, dejadez, desidia y de que camina la vida con ‘el piloto automático activado’; al grado que hasta el sentido común lo han perdido.

Frente a esta realidad, me parece que desde el gobierno, con la participación del Ministerio de Educación y la Universidad de Panamá, se debe crear con carácter de urgencia notoria un equipo interdisciplinario que aborde esta situación y que el docente, en los diversos centros educativos, entendiendo objetivamente su función de educar, más que asumir posturas dogmáticas, eclécticas y meramente académicas con los jóvenes, practique la ‘pedagogía de la motivación’, llevando a que el joven tenga un encuentro consigo mismo; entendiendo la vida, tal como es, la necesidad de darle sentido, responsabilidad y asumir retos y desafíos y así enmarcar el proceso enseñanza-aprendizaje en los parámetros que rigen los propósitos fundamentales de la educación panameña, y dar pie a una juventud del compromiso con la vida, con su entorno, sus familiares y consigo misma. En hora buena, rescatemos a nuestra juventud.

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