• 22/05/2014 02:00

Enanismo político

El régimen y su mandamás contagiaron de indolencia a sus protagónicos subalternos

Los desplantes del señor Ricardo Martinelli y el afán ultra servil de sus más retrógrados e ineficientes allegados en el gabinete del desastre, son evidencia del más censurable enanismo político en que caen quienes pierden la razón, mareados por las alturas de un poder que se diluye como fuego fatuo. Solo las mentalidades estrechas no acaban de captar que el mismo fue efímero y transitorio. La desesperación ante su pérdida los obnubila y precipita hacia la insensatez que ha caracterizado una quinquenal y nefasta administración. Pesadilla que se resiste a despertar.

Pretender anticiparse a la toma de posesión del nuevo gobierno con el nombramiento de fichas manejables a futuro inmediato, en entidades como la seguridad social y otras en donde se amenaza con dejar con altas remuneraciones a quienes se prestan para seguir en la onda oportunista que rompe arrastrómetros, constituyen un recurso pueril propio de niño malcriado.

El régimen y su mandamás contagiaron de indolencia a sus protagónicos subalternos en las carteras de seguridad y retroceso educativo, a tal punto que sin sonrojo persisten, en estos últimos días de Pompeya, en grotesco alarde de soberbia y prepotencia. El titular de lo primero es el alto parlante de su jefe en la desvergonzada denuncia de delitos que se producen ante sus narices con su complicidad y consentimiento. Han sido tolerados en vez de perseguidos como mandan las leyes para, a posteriori, utilizarlos como argumentos que confirman su falta de respeto a la sociedad. La inyección de fascismo inoculada por la dictadura chilena, en su formación académica en el cono sur, en tiempos en que campeaba la tiranía impuesta desde los despachos de la casa blanca, ha vertido su ponzoña letal en la confrontación que todos estos años ha sido la nota destacada en el ámbito de la educación. Cambios funestos y nocivos para dar cumplimiento al pie de la letra, a quienes promueven sepultar en la ignorancia a las futuras generaciones, aspiran tirar en el olvido las gestas patrióticas de un pueblo y un estudiantado que, en distintas épocas, escribieron con sangre su amor al terruño que nos vio nacer, impulsados por quien hoy aparece como la reencarnación del pensamiento abyecto de los vende patria.

Anunciar inútiles sesiones extraordinarias de una asamblea de diputados que se ufana en seguir desempeñando el papel de mercenarios sin conciencia ni dignidad, para complicar la tarea de los elegidos por el soberano popular , colma los excesos que son una burda provocación a la ciudadanía creyendo que está adormecida . No escarmienta el maquiavélico inquilino de Palacio con las asonadas que durante los inicios de su gestión levantaron a los indígenas en Changuinola y San Félix, y que luego repitieron en Colón y la capital, dejando la secuela de panameñas y panameños víctimas de asesinatos, cegados o mutilados por la represión. Su enanismo político no les permite recordar que en la década de 1950 una Marcha del Hambre y la Desesperación caminó desde la costa atlántica y se tomó el hemiciclo parlamentario dejando sin sus curules a los entonces diputados. Las masas irredentas pueden revivir el episodio. Eso lo advierte la cordura y lo aconseja la sensatez, cosas de las cuales, evidentemente, carecen las testas de los que han sido merecidamente expulsados.

PERIODISTA

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