• 16/09/2014 02:00

Populismo: la amenaza latente

Los movimientos populares se repiten durante la historia

Populismo, como se entiende generalmente, es un concepto político relacionado a los movimientos que rechazan a los partidos políticos tradicionales. Usualmente, son movimientos agresivos, combativos, que se enfrentan a las clases dominantes. Apelan al pueblo para obtener el poder y concederles beneficios a las masas desposeídas, de ahí el nombre que viene del latín (‘a favor del pueblo’).

El populismo no es un fenómeno nuevo. Viene de la época de la Roma Clásica. El primer movimiento popular fue inspirado por Tiberius Sempronius Gracchus y su hermano Gaius Gracchus en el Siglo 2 A.C.

Tiberius, como Tribuno del Pueblo, miembro de la facción Populares, promovió medidas de reformas agrarias que buscaban transferir riqueza de los ricos hacia los pobres, cuyas medidas amenazaban el poder de los latifundistas. Como mucho de los líderes populares históricos, murió asesinado junto con seguidores por miembros reaccionarios Patricios (aristocracia) del Senado romano.

Los movimientos populares se repiten durante la historia, ejemplos: en Florencia, siglo XVI, con los Populares de Macchiavelli; en Francia, siglo XVIII, con los Jacobinos; en EE. UU., siglo XIX, con los Jacksonians. Mantuvieron su presencia hasta mediados del siglo XX, siendo su peor expresión los movimientos ultranacionalistas, nazismo y fascismo, de dolorosa recordación.

La trayectoria histórica de los movimientos populares no ha sido favorable. A pesar de crear sus plataformas políticas en la supuesta búsqueda del bienestar general de las masas desposeídas, generalmente terminan traicionando a las masas convirtiéndose en crueles tiranías y azote para las masas engañadas. Del populismo al totalitarismo solo hay un paso.

A partir de los años de post Segunda Guerra Mundial, como resultado del auge económico de la época, los partidos tradicionales tomaron tal hegemonía que desplazaron a los movimientos populares hacia la periferia del juego político. Sin embargo, esta situación ha venido cambiado a partir de los años 90, por el creciente desencanto de las masas con los movimientos y partidos políticos tradicionales, por sus fallas en producir mejores condiciones de vida para las masas de menores recursos.

Evidencias del resurgimiento del populismo izquierdista sobran en nuestro Pueblo de América con los claros ejemplos de Nicaragua, Ecuador, Venezuela y Argentina. EE. UU. no está exento del fenómeno moderno del populismo, en su caso representado por la facción ultraconservadora, el llamado Tea Party, una facción del Partido Republicano que hoy domina la agenda política de ese partido y obstaculiza la labor del presidente Obama.

En Europa la situación se asoma más crítica con el síndrome político del resurgimiento del populismo que representan los movimientos ultranacionalistas en Austria, Holanda, Francia y Grecia. Italia no está tampoco aislada del fenómeno con el Movimiento Cinque Stelle del excomediante Beppe Grillo, que obtuvo un tercio del Senado. El caso en Francia es crítico, pues, según las encuestas, de celebrarse elecciones hoy, ganaría el partido ultranacionalista de Marine Le Pen. En Inglaterra, el Movimiento Independentista, contrario a los dos partidos históricos del Reino Unido, logró el triunfo de su facción en la delegación ante el Parlamento Europeo.

En Europa, los movimientos ultranacionalistas, con nostalgia del ‘Third Reich’ de tintes racistas, se tornan aún más peligrosos ante las crecientes poblaciones musulmanas en esa región.

La baja en credibilidad de los partidos tradicionales es tan profunda, que analistas políticos prevén como única solución al fenómeno del resurgimiento del populismo, lograr voltear los objetivos de estos movimientos hacia objetivos ‘buenos’; o sea, un populismo con cara de sonrisa y bondadoso.

Y ¿por qué yo traigo este tema? Porque lo considero como la amenaza latente para nosotros, los panameños.

Sencillamente, ante el descrédito de los partidos políticos y la clase política criolla, condición que propicia la búsqueda de soluciones políticas, ‘mágicas’, no tradicionales, los panameños no estamos exentos de un posible resurgimiento de movimientos populistas endógenos. Es esta la razón por la que consistentemente mantengo la tesis de que nos encontramos en un umbral histórico muy crítico y que el Gobierno Varela representa la última oportunidad de lograr cambios con métodos democráticos.

Mi visión es que de fallar este Gobierno, entraríamos en una etapa política peligrosa, porque las masas desilusionadas buscarán otras fórmulas no tradicionales. Decía José Ortega y Gasset, en los años treintas del siglo pasado que ‘las masas son veleidosas’; y, añado, son caldo de cultivo para ‘soluciones mágicas’, caudillismo, ergo: populismo. Además de la tendencia histórica de este Pueblo de América de saltar a las tendencias políticas en boga, hoy el populismo.

*BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.

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