• 23/09/2014 02:00

De xenofobia, huéspedes y Crisol de Razas

"Este sano consejo en esencia enseña al huésped del país a respetar las leyes y costumbre de los países que como visitante"

‘Cum Romano Romanus eris’.— ‘Cuando estés en Roma, haz lo que los romanos hacen’.

La versión más antigua de este sano proverbio aparece en una carta del papa Clemente XIV (1705-1774) a otro prelado, donde le dice: ‘La Siesta o el breve sueño de la tarde, mi muy querido y apreciado padre, no debe alarmarle tanto. Ud. debe considerar que estamos en Roma y nosotros debemos hacer lo que los romanos hacen —cum Romano Romanus eris’.

Este sano consejo en esencia enseña al huésped del país a respetar las leyes y costumbre de los países que como visitante, residente extranjero o inmigrante están obligado a cumplir y adaptarse a vivir de acuerdo a las normas, prácticas y costumbre del país. De esa manera, disfrutarán de su permanencia y la vida lejos de su país les será más tolerable. En este sentido, hablo con propiedad, ya que por veinte años viví como huésped de seis países distintos en cultura, lenguaje y tradición y en todas esas ocasiones nuestra experiencia fue de lo más placentera.

Esto fue el resultado del respaldo de mi esposa y la firme convicción de vivir en cada país como vivían sus ciudadanos. O sea aplicamos el precepto ‘cum Romano Romanus eris’. Recuerdo vecinos y amigos de las colonias de expatriados querer vivir como la hacían en su país y aún peor, criticar a los ‘locales’ y sus costumbres, añorando comportamiento igual a su país. Muchos no trataban bien a los ‘locales’... Por supuesto que con sus actitudes no les fue placentera su estadía y tampoco fueron bien recibidos por los ‘locales’.

¿Por qué traigo a colación este tema?

Pues sencillamente, mis dialectos lectores, porque existe una polémica situación, con trazas de xenofobia, motivada, desde mi punto de vista, por dos condiciones. Por un lado, lo causada por el comportamiento de cierto sector de recién huéspedes-residentes de nuestro país y el otro por las críticas a las llamadas Ferias de Crisol de Razas.

La cita de Clemente XIV se aplica particularmente al primer caso. Escucho y leo tanto en las redes sociales, como en las páginas de opinión periodísticas sobre quejas de comportamiento descrito como ‘petulante’, ‘prepotente’, ‘humillante’ en lugares públicos de cierto huésped hacia el panameño, particularmente al servidor humilde. Las quejas y comentarios no son aisladas para ser casuales. Son secretos a viva voz. Me preocupa, porque afecta a buenos emigrantes de ese grupo que nos tratan bien y contribuyen positivamente a nuestro bienestar general con su trabajo, conocimientos e inversiones, que son la mayoría. Por ese reconocimiento a lo positivo, aconsejo a todos nuestros recién llegados huéspedes permanentes obedecer el precepto de Clemente XIV y adaptar sus modales y comportamiento a nuestra cultura y manera de ser y, sobre todo, respetarnos, como nosotros lo hicimos como huéspedes residentes en países amigos con tan gratos resultado. Deben hacerlo antes de que sus actitudes hacia nosotros alimenten la preocupante tendencia xenofóbica y dejen de ser bienvenidos y gozar del beneficio de nuestra estabilidad social y política.

Como panameño reconozco los beneficios que los inmigrantes traen a nuestro país. De hecho, somos un país de inmigrantes. Prueba de eso es que me atrevo a asegurar que son relativamente pocos los panameños de hoy que conocen y han visitado en este país las tumbas de sus bisabuelos y, aún menos, las de sus tatarabuelos. Nuestras obras más insignes, el primer Ferrocarril Interoceánico y el Canal, fueron construidos por inmigrantes. Desde épocas prehistóricas nuestro Istmo ha servido como puente de intercambio y enlace de especies, comercio y personas. Somos un país hospitalario; cosmopolita, con buena calidad de vida; siempre lo hemos sido. Pero, eso sí, exigimos que el inmigrante nos respete y se integre a nuestras costumbres.

Es por lo anterior que me preocupan los movimientos de tinte xenofóbicos que se están generando en nuestros medios. Encuentro no muy lógico el argumento de que el Crisol de Razas contribuye al alza en nuestro índice de criminalidad. Dudo seriamente que un inmigrante con intenciones de actuar fuera de la ley quiera regularizar su presencia en Panamá, ya que al hacerlo sería más fácil de ubicar y atrapar. Mi opinión es que antes de caer en garras de pasiones ‘chauvinistas’, deberíamos hacer una evaluación objetiva de los resultados de toda naturaleza de los crisoles de razas.

Por el otro lado, Panamá goza de una condición muy especial de pleno empleo orgánico, es evidente que escasea la mano de obra calificada, en gran medida porque los del país, probablemente ya están empleados. Los inmigrantes tradicionalmente suplen ese vacío y muchas veces se ocupan de labores que los locales ya no desean efectuar. Razones por las cuales debemos revisar nuestra Política Migratoria y sobre todo adaptarla a un mundo globalizado, integrado, donde el avión jet y el Internet han eliminado zonas de horario y fronteras. Una sana Política Migratoria que no discrimine la importación de talento no disponible localmente. Eso es lo que abogo, no xenofobia.

*BANQUERO Y EXDIPLOMÁTICO.

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