• 26/10/2014 03:00

El gran corruptor

‘Mientras no se haga una lista de los graves abusos en que incurrió el Gobierno anterior, (...) , estaremos empantanados en uno y otro ...

Para darle sustancia a este título me tropecé con un artículo publicado en la revista colombiana Semana, cuyo autor es Roberto Pombo, que es el director del Diario El Tiempo, y ha sido reportero, editor y columnista de importantes medios colombianos, y de México. Resumía el periodista Pombo que lo que está de moda en estos días era enarbolar las campañas electorales con la lucha contra la corrupción, ‘un empeño que tiene tanto de bello como de ingenuo’. Y el artículo data de 1998, pero sigue vigente, porque las prácticas políticas no son privativas de ese país, con tan mala fama, sino que vienen como una herencia nefasta desde tiempos inmemoriales.

Este título lo busqué para enmarcar el reciente juicio del señor Moncada Luna de la posición de magistrado de la Corte Suprema, cuya sola presencia en ese órgano del Estado ofendía la majestad de la patria, al igual que lo hacen otros de sus ahora ex colegas. No estuve pendiente del desarrollo del proceso, apenas por las noticias inmediatas y posteriores, por lo que sería irresponsable expresar una opinión de valor sobre algo que desconozco. Lo que sí estoy segura es que sin llegar a ser un ‘chivo expiatorio’, Moncada es apenas la punta del iceberg de la herencia Martinelli que, como la enorme deuda externa que nos dejó, debemos pagar todos los panameños por no oponernos de frente a las designaciones del Ejecutivo en su momento.

Pareciera que el señor Moncada nos considera a todos unos tontos, porque eso de ‘recibir el coste de sus honorarios en efectivo’ y por ende, no tener cuenta de banco, no se lo cree ni él mismo. Es casi como el cuento de la señora que guardó en el congelador miles de dólares porque ‘no confiaba en los bancos’. Esos argumentos dan para entretener y producen múltiples ‘memes’, pero distraen la atención de lo medular.

No estoy segura que el Gobierno nacional, incluyendo al Órgano Legislativo, esté consciente de lo que está haciendo, en vista de que hay un número interminable de casos que investigar y que las sesiones de la Asamblea Nacional pronto llegan a su fin, para acogerse a ‘merecidas vacaciones’ los padrastros de la patria. No es que sea menos importante el caso Moncada, es que hay temas mucho más sensitivos que pareciera que no se quieren destapar, porque afectan a un par de monos gordos de éste y el anterior Gobierno.

Mientras no se haga una lista de los graves abusos en que incurrió el Gobierno anterior, que traspasaron la legalidad —a diario conocemos fallos de los magistrados del Tribunal Electoral que confirman el uso indebido de fondos del Estado para beneficiar a los candidatos del partido (y medio) del Gobierno anterior— y se vayan priorizando los asuntos que más afectaron el erario y la población, estaremos empantanados en uno y otro casito sin llegar a los grandes negociados que tuvo el gran corruptor a su merced para implantar la impunidad como moneda de curso legal en el país.

Nos esperan tareas muy arduas y que tienen que ver con hacer las cosas correctamente, y esas son las elecciones del (la) contralor (a) y el (la) procurador (a). Eso parece no importarle a mucha gente, mientras tenga pan y circo que conversar y reírse de los ‘memes’ que salen porque el peinado del magistrado no tuvo el suficiente volumen que acostumbraba, o que se tapó con un paraguas ante la pertinaz llovizna que caía cuando llegaba a la Asamblea.

Pombo decía en su artículo que es igual de corrupto cuando un funcionario infla un costo de una obra y recibe a cambio una tajada, que el que permite a los ministros consejeros nombrar a sus hijos bisoños en el extranjero y escudarse en que no es nepotismo, porque no fueron nombrados por ellos, sino por la Cancillería.

*ARQUITECTA Y EX MINISTRA DE ESTADO.

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