• 28/05/2015 02:00

El rol oscuro de la Alianza del Pacífico

Cuando la gran campaña mediática informa sobre cifras porcentuales del comercio intrarregional, se muestran porcentajes engañosos

Rescato gustoso algunos temas que han sido abordados por el suscrito con respecto a esta 5° columna o Alianza del Pacífico, propuesta por Perú durante el Gobierno del también oscuro y cuestionado Allan García.

Resulta que organismos calificados, así como prestigiosos analistas económicos internacionales, coinciden con mis modestas apreciaciones, aportando argumentos probatorios y proyecciones sobre el papel oscuro que juega esta pretendida Alianza en detrimento de la integración latinoamericana y del Caribe.

No caben dudas de que la creación de esta Alianza obedece a un bien organizado plan que pone en ventaja a las transnacionales y a una hegemonía continental, con la liberación que se dio desde 1990 y las políticas de industrialización ‘que fueron reemplazadas por el régimen neoliberal' que acabó con las perspectivas de desarrollo de esta región (Centro, Sur América y el Caribe).

Cuando la gran campaña mediática informa sobre cifras porcentuales del comercio intrarregional, se muestran porcentajes engañosos. Lo cierto es que la integración productiva de la Alianza del Pacífico permanece estancada, ya que el comercio intrarregional solo representa el 3.5 % del comercio total, proporción insignificante en comparación con las transacciones comerciales intrarregionales del Mercosur y la UE que representan 15 y 66 % del comercio total respectivamente.

Como he venido sosteniendo, la Alianza del Pacífico no fortalecerá, sino que debilitará la integración productiva y el consumo por los bajos salarios.

Igualmente, la ausencia de posibilidades financieras, adecuadas e independientes de los organismos tradicionales que tanto daño han venido causando, constituye otro aspecto negativo.

Coincido con analistas económico-financieros en que ‘la prioridad de la Alianza del Pacífico es encontrar' y ampliar mercados en expansión y así desean profundizar relaciones con la región Asia-Pacífico que enfrenta a EE.UU. y China. Por ello se intensifican afianzamientos de dependencia geopolítica de los Estados Unidos en América Latina que no desaprovecha debilitar al Mercosur ante algunas debilidades en este proceso.

Allí y como parte ostensible, juegan su papel los intentos desestabilizadores de Gobiernos con todo tipo de pretextos, acusaciones y argucias para distraerlos y minar su prestigio.

De paso, esta Alianza obstaculiza el Acuerdo de Asociación Transpacífico (TPP) excluyendo al gigante asiático —China— ante su cada vez mayor apoyo y participación en América Latina, lo que no han hecho los EE.UU. por siglos con su ‘patio trasero'.

En el fondo y tal y como lo vemos muchos analistas, la idea es desarticular todo proceso integracionista indoamericano (lo mismo hicieron con ALALC y Grupo Andino) que no favorezca los intereses estadounidenses ni cambiar su política exterior por una de socios con respeto y equidad. Cuando se les habla fuerte y claro, eso es comunismo o constituyen amenaza para su seguridad nacional, qué absurdo. No resulta digerible la posición chilena que esta vez se presta para, según este país hoy ‘estrechar vínculos comerciales' entre Alianza del Pacífico y el Mercosur (Chile se retiró de ALALC y Grupo Andino, ¿por qué?) en lugar de pertenecer solo al más sólido y progresista Mercosur.

Es bueno considerar si Panamá y Costa Rica se dejarán seducir por los cantos de sirena de la Alianza del Pacífico o se incorporarán al exitoso Mercosur, como también observar qué mecanismos internos tomará el Banco Asiático al admitir ‘socios' inconvenientes al rol que deberá jugar.

ANALISTA INTERNACIONAL.

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