• 25/09/2015 02:00

Más allá del cristianismo exclusivista

La atención mediática se ha enfocado en estos días en el viaje del papa Francisco a Cuba y Estados Unidos

La atención mediática se ha enfocado en estos días en el viaje del papa Francisco a Cuba y Estados Unidos, un acontecimiento sin precedentes en la historia del Vaticano que promueve su supremacía político-religiosa en el mundo. Como ha ocurrido en el pasado, esos intereses temporales riñen con las grandes metas espirituales que debe difundir el cristianismo. ‘Mi reino no es de este mundo', le dijo Jesús a Pilatos.

El tema del reino de Dios, es la buena nueva del Evangelio. Ese asunto hace pensar en cuál será el destino eterno de aquellas personas que no han conocido al Dios de la Biblia. Pero, además, lleva la interrogante adicional acerca de si hay salvación eterna fuera del cristianismo.

Para los apóstoles, la predicación de ese Evangelio era una tarea que superaba sus fuerzas y sus posibilidades. Sin embargo, pocos años después de la crucifixión de Jesús, los primeros cristianos habían lle gado a lo que actualmente es Chipre, Líbano, Siria, Turquía, Macedonia, Grecia e Italia. Existen evidencias de que el cristianismo también había alcanzado Rusia, Etiopía, la India y España.

De acuerdo a estimaciones, solo una de cada tres personas que viven en la Tierra profesa una de las 45 000 confesiones cristianas que existen actualmente. Alrededor de 2500 millones de cristianos viven en la actualidad entre los 7300 millones de habitantes del planeta, que hablan unos 6900 idiomas diferentes. La inmensa mayoría de esos no cristianos no tienen ni la más remota idea de cómo alcanzar la salvación eterna que vino a ofrecerles, en forma gratuita, Jesús.

Lo preocupante es que, en muchos casos, el cristianismo se ha colocado una etiqueta exclusivista. Esa postura establece que solo quienes viven una experiencia personal con Jesús tendrán lugar con los salvos en la Tierra Nueva. La enseñanza es que fuera de tal o cual denominación religiosa, no hay salvación. Sin embargo, con el paso de los años se ha ido abriendo paso el inclusivismo, una creencia de que las personas que viven a la altura de la verdad espiritual que han conocido, pueden ser salvas, aunque no hayan escuchado las enseñanzas de Jesús y las doctrinas claves de la fe cristiana.

En esas posiciones dentro de las denominaciones cristianas, surge también el llamado universalismo que sostiene que todos los seres humanos serán salvos. Es una fórmula para responder a la pregunta acerca de cómo un Dios misericordioso y creador puede permitir que algunas personas reciban el galardón perpetuo de estar en su presencia, mientras que otros supuestamente sufren eternamente en un infierno ardiente.

Otra corriente de pensamiento en torno a este tema, es el pluralismo religioso. La enseñanza es que todas las religiones conducen a la salvación, porque promueven la esperanza de una vida futura gloriosa. En esencia, suponen que todas las religiones poseen suficiente verdad como para alcanzar la salvación personal.

Independientemente de todas esas tendencias, existe un principio bíblico que fundamenta la voluntad humana para hacer elecciones reales y significativas que atañen a su existencia en este mundo y las perspectivas de la vida eterna. Al otorgarle desde la Creación el don del libre albedrío a los seres humanos, Dios demostró que aceptaba la limitación resultante de su Omnipotencia y su conocimiento de lo que habría de acontecer en el futuro, su Omnisciencia. Dios llama y, al mismo tiempo, le otorga a la humanidad la libertad de elegir su respuesta.

La obediencia a la ley de la conciencia, en sintonía con los preceptos divinos y el reconocimiento de la diferencia entre el bien y el mal, será determinante en el Juicio Final para los que nunca oyeron del plan de salvación que ofrece Jesús a los que elijan recibirlo. Quienes así actúan están respondiendo a la influencia del Espíritu de Dios en su ser interior.

Sin duda existen millones de personas que jamás han conocido las enseñanzas bíblicas del Antiguo y el Nuevo Testamento, pero que son sensibles a la voz de su conciencia, que ven al Dios Creador en la naturaleza y tienen prácticas éticas alineadas con las verdades de la ley moral de los 10 mandamientos impartidos por Moisés. Esas personas serán salvadas para la eternidad, porque sus obras ponen en evidencia la presencia del Espíritu de Dios en sus vidas, sienten su necesidad de liberación y actúan en esa armonía y en forma consecuente.

PERIODISTA

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