• 10/11/2015 01:01

¡El Panamá que queremos!

Luego de 25 años de transición democrática (1990-2015), nuestro país continúa atado a un sistema político que le impide avanzar

Luego de 25 años de transición democrática (1990-2015), nuestro país continúa atado a un sistema político que le impide avanzar en las transformaciones políticas, económicas, sociales y culturales que nos permitan edificar una sociedad efectivamente justa y solidaria y eminentemente humana.

Definitivamente, la mayoría de los panameños luchamos por años, porque queríamos otro régimen de Gobierno que enfocara sus preocupaciones en el ser humano, donde la distribución de la riqueza se hiciera pensando en todos los ciudadanos panameños, con plena democracia; un país donde nadie que cometiera actos de corrupción y violara los derechos humanos gozara de impunidad, con efectiva igualdad ante la Ley, asegurando salud, educación y vivienda a todos los nacionales, trabajo digno y pensiones justas.

Queremos un país vacunado contra la corrupción, el latrocinio al erario, el nepotismo, el culto a la personalidad (servilismo); un país sin miedo, sano, educado, alegre, con menos casinos, discotecas y cantinas; y eso sí, con más escuelas, bibliotecas, librerías, espacios deportivos y culturales en cada barrio, en cada población.

No obstante, pareciera que el país es el mismo después de los últimos 25 años, aunque tenemos más y mejores obras de infraestructura, más caminos, autopistas, carreteras, demasiados autos, computadores y celulares; pero paralelamente, también más injusticia, más inequidad, más corrupción, mayor inseguridad ciudadana, más crímenes, robos, asaltos, secuestros, más narcotráfico; en pocas palabras, incremento desmesurado de la delincuencia infantil, juvenil y adulta.

Detrás de la cara hermosa que se intenta mostrar a los turistas, continúa surgiendo el descontento, la desconfianza y la frustración de miles que viven en un país que, no obstante sus enormes avances económicos, tecnológicos y viales, ha faltado y aún falta atender necesidades verdaderamente vitales para la sociedad (educación, salud, agua potable, transporte público eficiente, recolección de la basura, etc.).

Por eso, en este tiempo de acomodos, de rostros hipócritas y caretas oportunistas, de tanta politiquería y tanta incoherencia entre lo que se dice y lo que se practica, se valoran gestos de coraje y patriotismo por organizaciones populares al insistir en la unidad nacional y en la necesidad de los consecuentes avances del progreso democrático.

Luego de conocidos los resultados oficiales de las elecciones de mayo de 2014, los que dieron el triunfo electoral al actual presidente Juan Carlos Varela, hubo demostración de fe y confianza en sectores ciudadanos, que vislumbraban un posible cambio de actitud y de proceder en el trabajo responsable que habría de realizar el nuevo Gobierno provisto de ministros, directores y funcionarios dignos, probos, diligentes, activos, de nivel, que estuvieran a tono con las exigencias y necesidades del pueblo.

Pero infortunadamente no ha sido así. Pasados ya 16 meses de acción del Gobierno de Juan Carlos Varela, seguimos escuchando las mismas frases y eslogan de campaña: ‘El pueblo primero ', ‘Mi escuela primero ', ‘Techos de esperanza ', ‘0 letrinas ', etcétera, teniendo como principal protagonista al propio presidente Varela con el mismo equipo de colaboradores con que inició su mandato el 1 de julio de 2014. No ha habido avance significativo en función de Gobierno. El Consejo de Gabinete, convertido en ‘caravana portátil ' (ellos lo llaman ‘Gabinete ciudadano '), que se traslada de provincia en provincia en misión marcada por la politiquera efectista.

En el mes noviembre actual (Mes de la Patria), las autoridades de la Lotería Nacional de Beneficencia infringieron una ofensa imperdonable a los sagrados símbolos patrios, consignada en la impresión de billetes y chances de sorteos ordinarios de la citada institución. Los medios de comunicación (prensa, radio y televisión) y las redes sociales criticaron el hecho nefasto como una demostración más de la mediocridad, desidia, negligencia e incompetencia de algunos altos funcionarios del Gobierno de Varela. Se ha pedido la renuncia o destitución del director de la Lotería, pero el presidente Varela considera lo ocurrido como un error pasajero. ¡Increíble!

Con todo, vale la pena continuar la lucha cívico-patriótica para lograr finalmente un Panamá más justo y solidario, más democrático, más culto y, sobre todo, más humano. Sin vacilación, incertidumbre, dubitación, inseguridad ni titubeos, sigamos presionando al Gobierno por una mejor educación, salud, trabajo, seguridad y progreso social integral.

MAESTRO DE CIUDADANOS.

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‘... vale la pena continuar la lucha cívico-patriótica para lograr... un Panamá más justo y solidario, más democrático, más culto y, sobre todo, más humano'.

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