• 09/01/2016 01:00

Los estudiantes panameños del 9 de enero de 1964

Nuestra nación se desarrolló en las primeras décadas del siglo XX, bajo la sombra de lo que se ha denominado ‘la leyenda negra'  

Nuestra nación se desarrolló en las primeras décadas del siglo XX, bajo la sombra de lo que se ha denominado ‘la leyenda negra' en relación a la Separación de Colombia.

El tratado Hay –Bunau Varilla, el tratado que ‘ningún panameño firmó', se convirtió en la expresión de dominio geoestratégico sobre nuestro pequeño Istmo de Panamá. Así desde inicios de la República, todos los panameños, principalmente los que vivían en las ciudades terminales de Panamá y Colón por la eminente presencia día a día de los zonians, empezaron lo que se denomino después: la ‘lucha generacional' por retomar la justa retribución que brinda el Canal de Panamá. Al principio estuvimos inmersos en la etapa ‘revisionista', en la cual buscábamos mejoras a las estipulaciones del tratado, las cuales iban en menosprecio de los intereses nacionales, tanto en las anualidades, en el aspecto económico, y también en materia jurídica y policial; en donde ciertamente había ‘otro país dentro de nuestro país'. La Zona del Canal fue llamada la ‘quinta frontera'. Tanto fue la onerosa presencia estadounidense que incluso condenaron a panameños a 50 años de cárcel. Este fue el caso de Lester Graves, un panameño de origen jamaiquino sentenciado en 1946 por un crimen que no cometió, sino que fue condenado por esa idea de superioridad racial y socio política de los zonians .

En tal clima de lucha nacionalista y oponiéndose a la presencia estadounidense, además del clima de la Guerra Fría y de la Doctrina de Seguridad Hemisférica, la cual establecía que cualquier evento procomunista en el mundo y en especial en nuestra América Latina era un desafío a la seguridad nacional de Estados Unidos y debía ser erradicado por los medios necesarios, se fue gestando una explosión patriótica a favor de nuestra justa causa derechos iguales ante los Estados Unidos por la Vía Interoceánica. Reitero, en ese ambiente geopolítico nacional e internacional, los estudiantes del Instituto Nacional reclaman a las autoridades de la Zona del Canal que ondearan nuestra bandera en todos los edificios públicos por un acuerdo diplomático durante la presidencia de John F. Kennedy con el presidente de Panamá don Roberto Chiari en 1962, pero el incumplimiento conllevó a los trágicos acontecimientos de ese día.

Cuando miramos hacia ese momento, nos percatamos que ninguna fuerza política, presidente, general o militares, o partido político, logró un objetivo deseado pero impensable en el momento de la lucha contra las fuerzas armadas estadounidenses: la derogación del tratado Hay-Bunau Varilla.

La única más brillante actuación de un político panameño fue el rompimiento de relaciones diplomáticas con los Estados Unidos, un acto de valentía no igualado, protagonizado por el excelso presidente Roberto Chiari. Contrasta con 1989. No diré más las fotos fueron elocuentes. Así los estudiantes panameños, armados solo con la insignia patria, pasaron de la etapa revisionista a la etapa final: la abrogación del tratado de 1903. Lo hicieron con el valor de su espíritu, y ofrendaron la vida por ello.

En ningún país de América Latina, en ninguno, les digo, un grupo de estudiantes demostraron ser tan aguerridos y estar tan imbuidos de un fervor patriótico tan alto, tan puro, que no dudaron en sacrificar sus vidas. No conozco a ningún político que haya sido capaz de tan grande patriotismo, al contrario hoy en día venden el país a los extranjeros alegremente y créanme por migajas, porque así ¡son los traidores! Y otros desean entregar el país a ideologías extrañas… que ¡no son parte de nuestra nación!

Por ello, en el aniversario 52 de aquel 9 de enero de 1964, debemos retomar el valor que tiene nuestra juventud estudiosa, apoyarlos, instruirlos más en su historia patria, pero sobre todo orientarlos para que no pierdan la fe en su propia nación y miren hacia un futuro prometedor que no se alcanza sin luchas ni sacrificios, fundamentados en nuestra propia idiosincrasia, filosofía y ejemplo, que ninguna nación ni juventud estudiosas de aquella época logró: vencer al Goliat estadounidense en su propio enclave imperialista.

A nuestros estudiantes, que son el espíritu y el futuro de su pueblo, loor a ellos y sobre todos bienvenidos a su legado histórico. Salud compatriotas…

DOCENTE

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