• 01/06/2016 02:03

¿Quieres más voz en el Gobierno?

El asunto es que hoy día las cosas han ido evolucionando, y como tanto que viene, lo que antes era, ya no lo será

Si algo debería interesar a quienes menos recursos tienen, sería tener mayores oportunidades para prosperar; lo cual se traduce en más poder para influenciar los derroteros de la barca nación. Pero de forma contradictoria un importantísimo número de pobres y, no tan pobres, eligen delegar su poder de voto y acción a burrócratas, que, curiosamente, una mayoría opina son torcidos. ¡Vaya paradoja! Y es que el secreto para lograr mayor voz y voto en los asuntos ciudadanos va de la mano con la descentralización; lo cual en Panamá debería ser obvio al ver que hemos comenzado a descentralizar hacia las provincias y municipalidades. Y sí, inicialmente ello traerá sus propios problemas de ajuste, igual que con el hijo que por primera vez sale de casa a probar sus alas en la turbulencia atmosférica del mundo. La moraleja es que ‘el dejar hacer ' es esencial para una sociedad sana.

Si es que vemos con buenos ojos el que la gente común tenga más poder, eso solo podrá ser realidad en la medida en que se respete la propiedad ajena; lo cual no lo invento, pues es piedra angular en nuestra Constitución. Y quizá uno de los mejores ejemplos que están surgiendo en este sentido lo tenemos en Uber o Airbnb; plataformas cibernéticas que permiten la comunicación entre oferentes y consumidores de productos y servicios. Y a propósito, por más pataletas que den los del transporte de cupos coimeros o los hoteleros, ¡ello no lo para nadie!; igual que en su momento no pudieron hacer desaparecer las hilanderas mecánicas o los automóviles.

El desarrollo de interacción directa entre oferentes y consumidores no es más que la manera ideal mediante la cual la comunidad puede autorregular sus actividades; y por ello se le llama la ‘economía compartida '. No es más que la desaparición de tantos intermediarios que elevan los costos. Y tampoco es que el intermediario sea el malo de la película, pues no ha sido sino el que ofrece un segmento de la cadena de producción y consumo.

El asunto es que hoy día las cosas han ido evolucionando, y como tanto que viene, lo que antes era, ya no lo será.

La realidad descrita está ocurriendo por todas partes, sin que lo advirtamos. Por ejemplo, las cámaras fotográficas están perdiendo terreno ante las incorporadas en nuestras computadoras de bolsillo, que cada día toman mejores fotos y están alterando el ‘statu quo ' social.

El fondo del meollo está en las interacciones voluntarias y no las dictadas desde palacio. Es la acción voluntaria la que da poder al pueblo en general. Pero tampoco creamos que todo esto es cosa nueva, ya que los buenos economistas siempre han sabido que la economía de mercado da mayor poder a la gente, al desatar el poder que existe en la propiedad particular. Si es tu vaca o tu auto, tú lo lavas, cuidas y le sacas el mejor uso; pues es mentira que el diputado lo hará por ti.

Y no son los llamados ‘capitalistas ' o grandes empresarios los que dicen el rumbo de la barca, ya que, si los consumidores no compran, de nada sirve su empresa. Los buenos empresarios no hacen más que reconocer lo que quiere la gente; esa que vota con sus billetes verdes. El metiche Gobierno no entra en la escena sino cuando hay escasez, y más a menudo que no, terminamos con una economía venezolana. Así, debíamos ver que la verdadera revolución o reforma económica es dar poder al pueblo a través de una libertad de mercado; que actualmente se ve potenciada a través de los adelantos tecnológicos que nos están acercando unos a otros.

En épocas fenecidas, los gremios limitaban el ingreso a las profesiones; fenómeno que no ha desaparecido, tal como podemos ver con los taxis, buses y tal. En su momento la burrocracia central, respaldada por procaces ideologías, apoyaban semejantes vericuetos. Ahora, la tecnología que une a la gente, nos permite ver el relajo; que se ha hecho evidente en el caso Uber, con la cantidad de consumidores que han salido a su defensa.

Si los herreros del ayer hubiesen logrado su propósito de seguir forjando espadas en vez de arados reinaría la pobreza. Pero para regular estas cosas se requiere un sistema de precios libres de intervención politiquera; pues, ese es el motor del cambio. No será el diputado quien me obligue a forjar espadas, cuando lo que necesitamos son arados.

Pero tampoco es asunto de renunciar a toda autoridad, siempre que dicha autoridad sea y se comporte como tal. Igual el hijo debe respetar al padre; pero quizá más importante es que el padre haya respetado al hijo. Y para potenciar al hijo, es menester respetar su ámbito de libertad.

EMPRESARIO

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