• 11/01/2017 01:00

El ocaso de la justicia

Por ejemplo, ¿Cuál es el ideal de la justicia en un estado democrático, compuesto por una sociedad abierta y libre?

Los ideales solo existen en la medida en que los hacemos realidad, gracias al valor que le concedamos a una idea; o sea, sin ese deseo personal que nos hace actuar como humanos, los ideales solo existen como una posible idea de la perfección.

En lenguaje filosófico y a través de su historia en occidente, idea o ideales ontológicamente, también designan una doctrina de la realidad que se opone al materialismo y que como teoría del conocimiento (gnoseología) se contrapone a un realismo empírico.

Estos conceptos han provocado un intenso debate entre filósofos desde sus inicios en la antigüedad griega hasta nuestros días, con una continuidad que oscila entre críticas revolucionarias y la confirmación o reinterpretación de su validez, tema demasiado complejo y extenso para tratar en este breve artículo.

Lo importante es que esas ideas o ideales son tanto el efecto de las condiciones sociales, políticas e institucionales que rodean una sociedad como también las causas que afectan y moldean el comportamiento de sus ciudadanos. Por ejemplo, ¿Cuál es el ideal de la justicia en un estado democrático, compuesto por una sociedad abierta y libre?

Más allá de su sentido formal de conjunto de normas codificadas aplicadas por jueces por falta cometida, está la justicia como valor, como principio moral de cada persona, que incluye valores como el respeto, la equidad, la igualdad y la libertad.

Para una sociedad humanitaria y democrática esto significa una distribución equitativa de las limitaciones y responsabilidades ciudadanas; un tratamiento igual de ciudadanos ante la ley; leyes que no favorezcan a determinados grupos o individuos; la imparcialidad de los tribunales y juzgados; igual beneficios y ventajas para todos incluyendo la presunción de inocencia, entre otros.

La justicia es una virtud moral, ética y humana, parte misma de su esencia y naturaleza, no simplemente la aplicación de una regla o mandato preexistente. Su perfección emana de los derechos naturales (iusnaturalismo), fundamentales para todo ser humano, que prevalecen sobre el derecho positivo, pues se guía por su propia virtud.

Por eso las medidas tomadas contra el Grupo Editorial El Siglo - La Estrella de Panamá ( GESE ), decretadas por la ley estadounidense anticapos (‘Foreign Narcotics Kingpin Designation Act' de 1999) y su reglamentación a través del Departamento del Tesoro de ese país, son todas contrarias a la más mínima y elemental interpretación de lo que debe ser una justicia equitativa, imparcial, igualitaria, moral, ética y humana.

Ese bloqueo comercial en Panamá obedece, más bien, a la imposición por la fuerza de un mandato foráneo totalitario, típico de sociedades cerradas de corte comunista o fascista, para solucionar un problema social interno estadounidense (consumo de narcóticos por sus ciudadanos), sin el justo ejercicio del sistema legal panameño.

Todo esto, además, forma parte de nuestros problemas como sociedad para valorar el debate político, moral y jurídico que nos incumbe como ciudadanos al enfrentar los desafíos que nacen de nuestro pasado, especialmente el que nos liga a los EE.UU.

Iniciemos ese debate para asegurar el brillo de La Estrella de Panamá por muchos años más.

EXDIPLOMÁTICO

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