• 24/03/2017 01:01

¿Qué tiene de malo mi pelo?

Me convocaron para discutir y poner en común, en el intercambio con ustedes, la pregunta ‘Mamá, ¿qué tiene de malo mi pelo?'.

Me convocaron para discutir y poner en común, en el intercambio con ustedes, la pregunta ‘Mamá, ¿qué tiene de malo mi pelo?'. Este texto aspira ser un instrumento para pensar qué necesitamos implementar y qué suprimir para que todos los niños/as panameños se sientan arropados socialmente. Va dirigido particularmente, a encontrar en qué y en cuánto tenemos que modificarnos las personas adultas frente a los niños, niñas y adolescentes actuales.

Traté de ponerme en la posición de la profesora responsable de la sección de primaria del Colegio Bilingüe de Cerro Viento, y de la gente que la apoya aludiendo que se trata del código del uniforme del plantel. Bien, reflexionemos entonces el porqué de los uniformes y por qué lucen tan entremezclados con los actos del poder y tan asociados al orden establecido.

Los uniformes posibilitan el adiestramiento de las personas: el orden para colocárselo, la identificación de una posición social, la identidad que confieren y la adecuación a un sistema de requisitos socialmente aceptados. Ahora bien, ¿cómo es que un tipo de trenzas, adecuadas para un tipo de cabello, se convierten en las correctas y óptimas para el mayor rendimiento escolar?; ¿qué significa que una niña de 10 años lleve trenzas que no sean las trenzas permitidas? Significa indisciplina, infligir los alineamientos estéticos establecidos para integrar dicha escuela o distanciarse de los grupos sociales modelo de mayor jerarquía de la estructura social panameña? ¿Cabría la posibilidad de que sea simplemente el reconocimiento de nuestra diversidad étnica y cultural?

Casual o causalmente la disputa en torno al pelo, el pelo de las personas negras se vuelve un tema de control en los espacios sociales donde se acepta sin discusión el verticalismo en el manejo del poder, allí donde las relaciones mando-obediencia se robustecen: la escuela y el trabajo. La horizontalidad del poder, en cambio, tiende a coincidir con una estética e indumentaria más heterogéneas.

Los negativos efectos simbólicos y sicológicos que han implicado los rechazos de los directivos de las escuelas a las estéticas de los niños y niñas negras (es decir, el rechazo a su identidad) se esconden tras una gama amplia de sutiles sugerencias y evasivas respuestas: ‘que la cambie de escuela', ‘que le alise el pelo', ‘que la peine normal (¿?)', ‘yo no quiero líos', ‘no tengo tiempo para problemas, hago lo que la escuela manda y listo' o bien, el silencio cómplice de quienes están llamados a la protección integral de los niños y niñas de este país.

Cuando una niña negra pregunta ‘mamá, ‘qué pasa con mi pelo?', a todas luces la pregunta es revolucionaria, cuestiona quién tiene el poder en la escuela, cuáles son las estéticas valoradas y cuáles no; quién define lo normal y bajo qué criterios; el tipo de sociedad en que vivimos, y en especial, pone en evidencia lo arraigado de las ideas racistas en la mentalidad panameña y cómo nos sigue costando mirarlas, deconstruirlas, y descolonizarnos.

Muchas personas podrán aludir que se trata de un peinado tan solo, pero reflexionemos otra vez, la modificación de la trenza de la niña en cuestión, no solo es eficaz por sí misma en términos de control social, sino que al obligar al cambio de peinado se adhiere otro grupo de elementos ideológicos —como: las trenzas de las niñas negras son inadecuadas, las personas de menor de edad están para obedecer, se favorece el acoso escolar, la alusión al carácter privado del colegio, etc.— que articulados moldean conductas sociales que vulneran los derechos de otras personas.

Seguramente se podrían identificar coincidencias entre aquellas escuelas originarias del siglo XIX y XX, a las que tanto se aludió en la conmemoración del 8 de marzo, Día Internacional de la Mujer, y las escuelas de hoy. Dejo abierta la tarea de encontrar las semejanzas; no será azarosa.

Por último, me sigo sumando al mundo de las personas adultas que no se conforman ante las pesadumbres que innumerables niños, niñas y adolescentes sobrellevan y, que se alían para lograr el propósito que los/as define como sujetos con derechos, de derecho, lo que quiere decir sujetos que precisan crecer siendo inteligentes y legítimamente amados/as y respetados/as por los adultos, en lugar de tener que ser protegidos/as de ellos. ¿Se suman?

ANTROPÓLOGA SOCIAL.

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