• 12/06/2017 02:02

La comarca del cariño

‘... César; su alegría, su bien estar consigo mismo y con la vida, los encontró en sus libros, en los versos, en el amor que daba y recibía

El primer día de junio los miembros de ‘la comarca del cariño', en la que tuve el privilegio de ser admitida como miembro por obra y gracia de su creador, César Young Núñez, recibimos la noticia: ‘Murió César'. Ya estábamos preparados; creo que todos nos habíamos ido despidiendo de él durante meses. Su corazón se detuvo y ojalá el sueño eterno le haya llegado al poeta mientras jugaba a componer versos risueños o se despedía de Pato Donald y Lulú diciéndoles ‘Todavía seguimos conversando / y parece que ya es hora de marcharme... Si me andan buscando diles que voy a cortejar las horas en la calle / Que estoy carnavaleando con el aire...'. Lector insaciable y exquisito, a lo largo de su vida acumuló libros, miles de libros que lo hicieron, como decía, ‘ricachón en letras, solo en letras'; eran los tesoros que guardaba en aquel apartamento-biblioteca que yo llamaba su ‘apartoteca'.

Los medios de comunicación divulgaron ampliamente su deceso; algo me dice que muchos de los que se enteraron de la noticia se preguntaron: ‘¿Quién es ese César por el que hay tanta alharaca?'. Su gran amigo, Miroslav Popic, lo describe en el prólogo de Poemas de rutina , como ‘... ese chinito bajito, ese especie de minibuda caminante...'. El que ahora quiera conocer más sobre César, acudirá a la Internet; pero para conocerlo mejor, sus obras Poemas de rutina , La musa inoportuna y Crónicas de rutina , entre otras.

Somos muchos los que lo extrañaremos, pero también que al recordarlo lo haremos sin tristeza porque César era, como sus poemas, antídoto de la tristeza. En la despedida del entrañable César estuvieron los amigos de ‘la gallada'. De varios puntos del planeta nos llegan mensajes que le estamos enviando a nuestro chinito querido a quien imagino contando cuentos y leyendo los Sonetos para el almanaque de Bristol , dedicados a santos y santas en su libro Poesía mía que estás en los cielos. La escritora, su buena amiga, Gloria Melania Rodríguez, dijo de César: ‘... estuvo de paso en este paso de los mundos llamado Panamá para iluminarnos la vida con su poesía juguetona y mordaz, para movernos el piso con su otra visión del mundo, más prosaica y por lo tanto más veraz. Y si hoy estamos aquí reunidos más de veinticinco escritores nacionales, editores, periodistas, locutores de radio, libreros, meseros del Riko Pollo y amigos del país de la adolescencia con el que César aprendió a vivir, es porque todos hemos disfrutado de su arte y de su amistad...'.

Hace muchos años escribí el artículo ‘De Lulú y los simios'. La devoción del querido César por la lectura me hizo recordar aquel escrito en el que lo mencioné para recomendar su poesía ‘fresca y cargada de buen humor'. Contaba en el artículo que cuando pequeña, si tenía ‘realitos' los usaba para comprar libros de cuentos de Colección Marujita, pequeñitos, mal prensados y con papel tosco y amarillento, ¡pero cómo los disfrutaba! Así conocí a Blanca Nieves, Pulgarcito, El gato con botas, etc. Más adelante me hice amiga de Pato Donald, Lulú, Dick Tracy, Supermán, etc. en paquines , hoy llamados cómics. Por supuesto que en la escuela fueron de lectura obligatoria María, El sí de las niñas, Pepita Jiménez, El lazarillo de Tormes, etc. Pero a la par se fue formando mi hábito de la lectura y empecé a conocer por mi cuenta el inagotable y maravilloso mundo de la literatura que me llevó a Los hermanos Karamazov, a Julio Verne, Madame Bovary, etc. Y leí a Alejo Carpentier, Ciro Alegría, Honorato de Balzac, Aldous Huxley, Jorge Amado, George Orwell, etc. Los autores nacionales también están en mi mundo de lecturas, pero hoy no los cito porque involuntariamente podría omitir a algunos y hoy solo César está ‘en la cancha'.

Gracias a César conocí obras y autores porque conversar con él era aprendizaje literario, que a mí, simple aficionada a la lectura, me servía de guía. Entre nosotros era tema recurrente si los libros son importantes en los hogares panameños; si somos buenos lectores. Hay quienes dicen que sí, otros que no. Yo me identifico con el grupo del no. La lectura obligatoria en la escuela no estimula el entusiasmo por los libros; esa afición, si se cultiva desde la niñez temprana, deja de ser obligación porque la infancia es la mejor etapa para hacer amistad con los libros. Hoy no es posible (o es casi imposible) sustraernos a la tecnología de pantalla; pero qué placer recorrer una librería (cada vez hay menos), mirar los títulos, escoger alguno para leer la reseña, llevarlo a casa y leerlo sentado, acostado o reclinado pasando páginas sin necesidad del wifi, botones o teclas, ¡qué va!... no hay punto de comparación. Recuerdo dos ferias del libro a las que ‘chofereé' a César; al final de la tarde salió con un carrito de supermercado (nunca supe cómo lo consiguió) ¡festín de libros! Según leí hace un tiempo, los libros de autoayuda son los más vendidos en Panamá; pero de esos nunca vi uno en la ‘apartoteca' de César; su alegría, su bien estar consigo mismo y con la vida los encontró en sus libros, en los versos, en el amor que daba y recibía. Y yo, y muchos como yo, encontramos en César Young Núñez al mejor de los amigos.

COMUNICADORA SOCIAL.

Lo Nuevo
comments powered by Disqus