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Gestiones fracasadas en salud gracias a mantener la lógica del mercado
- 08/09/2025 23:00
Una entrevista realizada hace un par de semanas a dos figuras médicas políticas que fueron jefes/as de cartera ministerial de los servicios de salud panameños. Lo ejemplarizante, para la tesis que venimos desarrollando respecto del sistema de salud, comienza con el hecho de que se trata de dos personas que pertenecen a bandos políticos presuntamente distintos; una al PRD y el otro al panameñismo. Como se observó en la entrevista, se confirma que ambos tienen la concepción general que obvia el cuestionamiento a la lógica de que fundamenta el sistema liberal que caracteriza al de Panamá, fundamentalmente, la conversión de la salud en mercancía para la obtención de ganancias privadas.
Por lo tanto, todas las políticas en materia de salud, impulsadas por los gobiernos desde la década de 1980 (y antes de los años 1970), han tenido el rasgo principal de que se trata de más de lo mismo; de que se corresponden con el mismo sistema liberal de la atención de salud, el cual está incapacitado para la superación de los grandes problemas experimentados desde hace al menos cuatro décadas en los servicios de salud del país.
Es evidente que hay algún énfasis particular en una y otro de los exponentes de la mesa de “debate” a la que fueron invitados. Uno tenía un evidente sesgo hacia el uso de tecnologías informáticas, particularmente útiles para la medición de la productividad del trabajo médico, y la otra, enfocada en la falta de establecimientos con capacidad resolutiva para dar respuestas a los pacientes.
Ambos tienen algo en común, su fe en la capacidad de resolución de los servicios actuales, manteniendo la lógica del sistema actual.
Este sistema liberal tiene la particularidad de que responsabiliza a las personas vistas individualmente de las mayores problemáticas de salud. Esto se expresó cuando ambos médico-políticos y exministros plantearon que la prevención y promoción son fundamentales, pero adivinen, la que señala que su responsabilidad está en manos de los individuos. Parece que estos agentes del sistema (neo)liberal médico, ignoran que cuando la mayor parte de los trabajadores sale a comer, solamente se encuentra con la posibilidad de consumir comidas grasosas, cuando tiene con qué adquirirlas. Cuando no, peor su consumo que los aleja de mantener un estilo de vida saludable.
Me recuerda una vez cuando en una reunión técnica el eminente médico Dr. Bets nos señaló que por mucho tiempo estuvo indicando “terapias impertinentes”, por el hecho de que no era pertinente mandar a caminar, hacer trotes y demás, a pacientes que vivían en lugares donde salían a las cuatro de la mañana hacia sus trabajos y regresaban a las siete de la noche, en barrios donde si salían a caminar o a trotar a esas horas tendrían un estilo de vida saludable, pero además una segura muerte por las balaceras que eran comunes en sus barriadas.
Entonces, comprendió que la culpa de sus estilos de vida no saludables, de no poder incurrir en acciones de prevención, no lo hacían responsables de su salud, como nos venden los apologistas del sistema liberal. La cuestión es que el sistema liberal fomenta que los individuos nos sintamos culpables absolutos de nuestra condición de salud, obviando que somos parte de estratos socioeconómicos desiguales, culturas inconexas, en fin, parte de una sociedad de inequidad en todos los ámbitos.
“Reforzar el nivel primario”, consigna en la que coincidían estos dos supuestos contrarios políticos, no es otra cosa cuando se mantiene la lógica mercantilista de la salud, que ofrecer servicios de segunda clase, en el mejor de los casos. La política real de los últimos 40 años ha sido la misma, la de desatender el equipamiento a nivel primario para que todos nos veamos en las clínicas privadas, en el consumo de productos farmacéuticos privados, ya sea de manera privada directa (el exministro) o financiado por el Estado (la exministra), que es la variante de los dos médicos políticos en referencia.
Al fin y al cabo, si no hay cuestionamiento de la lógica del sistema, todo lo demás que se plantea solo responde a cambiar para no cambiar el sistema de salud. A hacerlo más eficiente, pero para la acumulación de quienes negocian con la salud.