• 28/11/2017 01:03

Entre la memoria y el olvido: el 28 de Noviembre en el tiempo

Este año el clamor ciudadano exigió respeto por este día clave de la historia del país.

En una edición de La Estrella de Panamá (27/11/1904) puede leerse un comentario sobre el calendario cívico instituido a partir de 1903. Este advirtió que el 3 de Noviembre no debía opacar ‘el brillo glorioso de aquel otro movimiento que impulsó en sus ilustres antepasados para declararse independientes de España'. Años más tarde, La Estrella de Panamá (7/11/1914) retomó esa preocupación y publicó ‘el 28 de Noviembre amenaza con caer en el olvido'. En el siglo XXI esta fecha se debate entre el recuerdo o el olvido que denunció la decana del periodismo panameño. Declarar el 28 de Noviembre ‘día puente' en obediencia al mercado o conservar la fiesta cívica tal como se instituyó desde finales de la decimonónica centuria. Este año el clamor ciudadano exigió respeto por este día clave de la historia del país.

Un antiguo documento de 1862, decretó dos fiestas cívicas del otrora Estado Soberano de Panamá: el 20 de julio, día de la ‘Independencia de Bogotá' y el 28 de Noviembre, Día de la Independencia de España. El Decreto No. 176, del 1 de noviembre de 1881, reglamentó la conmemoración de la Independencia de 1821. El programa contempló carreras, toros y ‘máscaras' y se extendía la celebración entre el 28 de Noviembre al 1 de diciembre. Por limitaciones de espacio no se puede ampliar sobre estos decretos. El periódico El Observador (3/12/1890) publicó sobre la fiesta de independencia ‘las alegres dianas y las armonías de la música militar, recorriendo las calles de la ciudad; las salvas de artillería y los repiques de campana despertaron a la población en la madrugada del día 28 y todos los patriotas, al saludar la aurora de ese día, tributamos un cariñoso recuerdo a los Próceres de nuestra emancipación política'. Ese año, como parte de los festejos públicos: la inauguración de la Plaza de Santa Ana.

Las conmemoraciones constituyen eventos de recordación anuales. Contribuyen a nacionalizar a los ciudadanos. Son prácticas sociales que articulan lazos emocionales entre la población de un territorio. Corresponden con hechos seleccionados del pasado. Reelaborados en el tiempo según los contextos históricos. Estudiar el 28 de Noviembre en el siglo XIX constituye una valiosa oportunidad para discutir el relato canónico de esa centuria. Y proponer nuevas formas de relato. En su discurso de las fiestas cívicas de 1907, Rafael Aizpurú recordó que en 1821 ‘surgió airosa y previsora nuestra autonomía; la que en fecundo desarrollo culminó el memorable 3 de Noviembre en la soberanía de que hoy podemos ufanarnos en el sol de nación libre' ( La Estrella de Panamá , 4/12/1907). Esa narrativa de ‘nación libre' se enfrentó a la progresiva presencia e injerencia estadounidense en el siglo XX.

En 1921, año del Centenario de la Independencia de España, la prensa de la época apeló a la reflexión sobre el futuro de Panamá antes que a los festejos debido al conflicto limítrofe con Costa Rica. La Estrella de Panamá (28/11/1921) en su editorial expresó ‘que sea este centenario, modesta y casi tristemente conmemorado, el punto de partida de la nueva y final jornada hacia el puesto que corresponde a Panamá legítimamente en el concierto de las naciones'. El Diario de Panamá (27/11/1921) después de recordar la penosa conmoción por la que atravesó la República, invocó a la austeridad en la celebración del centenario e hizo un llamado a ‘la reflexión de un pueblo que comienza a sentir la necesidad de pensar y meditar sobre los problemas que le presenta el porvenir. Que sea pues nuestro centenario una fecha de recogimiento y meditación, ya que no puede ser de bullicio y placer'.

A tan solo cuatro años del Bicentenario de la Independencia de España sería oportuno retomar esas palabras de La Estrella de Panamá y el Diario de Panamá. No dejan de ser válidas en el contexto actual. Urge diseñar un proyecto diferente para Panamá. No un plan que genera ganancias a algunos. Para articular tal aspiración se requiere de un compromiso ético y la participación de todos. Un modelo que distribuya mejor y equitativamente la riqueza nacional, y así saldar deudas históricas: sociales y culturales a miles de panameños, y anticipar los desafíos venideros. Este último aspecto intrínsecamente relacionado con la educación, un tema que debería ser prioridad en la agenda de los panameños.

PROFESOR EXTRAORDINARIO, UP.

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