• 19/01/2018 01:02

Definición de un estadista ejemplar

La obra de Morales es vasta en extensión y profunda en intensidad, como reflejo de toda una vida consagrada al estudio de las ciencias políticas

Panamá necesita un estadista probo, honesto y capaz. Un político que maneje conceptos más que manipular palabras y frases. Las palabras tienen su propia magia para embelesar al oyente y las frases pueden lograr efectos impresionantes para conquistar multitudes y con ellas el poder.

Sin embargo, la permanencia de la obra seriamente hecha rara vez se enraíza en los arpegios de una sintaxis retórica, preocupada tan solo en desgranar vocablos efectistas. El hombre, los grupos y los pueblos se regocijan, es cierto, mientras los fuegos artificiales tonifican su atención; pero los pueblos, los grupos y el hombre pronto agitan su amargura al comprobar que solo queda humo y decepción en su esperanza. Esa ha sido la causa de los vaivenes pendulares, de la euforia al pesimismo, observados en la política de numerosas naciones a lo largo de la historia.

En el caso de Panamá, cada día la colectividad panameña exige de sus líderes y conductores una mayor precisión en sus propósitos, una más adecuada formulación de ideas, de tesis, que posean corporeidad y peso específico dentro del bagaje de programas en los que deba ir basándose el acontecer nacional.

Dentro de este concepto que nos es habitual, políticos oradores como Eusebio A. Morales, Pablo Arosemena, Ricardo J. Alfaro, José Isaac Fábrega, Jorge E. Illueca, Carlos Iván Zúñiga, han proyectado palabras exitosas y han sembrado de frases triunfales la política panameña. Pero es en el mundo de los conceptos donde fundamentalmente destaca Eusebio A. Morales, al ubicarlo entre nuestros mejores oradores. Porque en vez de buscar solo la musicalidad de la palabra o de la frase, siempre ahondó en la sustancia medular de la idea, prefiriendo el concepto como tal antes que revestirlo de sonoridad grandilocuente, como instrumento para engolosinar el oído y la pasión de la muchedumbre.

No podía ser de otro modo, porque en la conformación esencial de Morales no solo interviene el pensamiento del brillante político vocacional que todos respetan y que muchos admiramos. Aún siendo notoria su adhesión, desde hora adolescente, a la lucha por la separación de Panamá de Colombia y por una consolidación de una estructura democrática en Panamá, aún apareciendo su nombre ligado a las primeras expresiones políticas del moderno amanecer panameño, como fundador y guía indiscutible del Partido Liberal, es evidente que esas actitudes y actuaciones estaban motorizadas por la sólida preparación intelectual que a partir de aquellos años (1903-1920) ha venido cristalizando en el acumulativo proceso de formación de nuestro compatriota ejemplar.

Desde los años de juventud de Eusebio A. Morales hasta la consolidación de la República (1903-1953), esa personal y fecunda trayectoria ha sido efecto simultáneo, y no la causa, del excepcional conocimiento que como protagonista llegó a poseer acerca de las más variadas materias universales en general y de la historia y la realidad panameña en particular. Ciertamente este pensador político lo fue porque su capacitación intelectual tenía que desbordarse en anhelos de ejecución, en arbitrar propuestas, métodos y soluciones a los problemas nacionales, lo cual constituye la forma más constructiva de atender la política en su acepción más pura.

Más tarde, el político, el intelectual de talla internacional, el tribuno de auditorios nacionales e internacionales, el pensador original, continuaría dando permanencia al consagrado político y hombre público, que comenzaría a convertir los anhelos de ejecución en realidades, en su condición de parlamentario, redactor del acta de la separación de Panamá de Colombia, secretario de Gobierno y Justicia, de Instrucción Pública, de Hacienda, de Relaciones Exteriores y otras importantes responsabilidades, desde las cuales imparte cátedra de doctrina política nacional y de Gobierno utilitario en el diario acontecer de Panamá.

La obra de Morales es vasta en extensión y profunda en intensidad, como reflejo de toda una vida consagrada al estudio de las ciencias políticas, de la historia de los hombres y de las instituciones, de la cultura y de los valores humanos en su mayor alcance.

Su pensamiento da nuevos significados a conceptos clásicos sobre la libertad, la dignidad humana, la participación democrática y tantos otros temas vertebrales, dispersos en una obra difícil de sintetizar. ¡El mejor ejemplo del estadista panameño!

PEDAGOGO, ESCRITOR, DIPLOMÁTICO.

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