• 08/04/2018 02:03

Poquita fe

‘Estamos enfermos de desconfianza en la legitimidad del sistema; alimentan nuestra pérdida de fe los escándalos, las políticas cuestionables [...]'

La desconfianza es sentimiento devastador. En el amor, entre parejas, es gusanillo que corroe y atormenta cuando la confianza es traicionada y una vez perdida es casi imposible volver a recuperarla. Perder la confianza en quien traiciona, amigo, colega, pariente o político, es trago amargo que despierta la dañina desconfianza que nos torna suspicaces, aprensivos, escépticos. La sensación que percibo en la ciudadanía es la pérdida de fe en los políticos; es desconfianza alarmante, no infundada, que nace de la falta de transparencia de las instituciones que gobiernan y de los partidos políticos. Es mal viejo que sufren muchos países en el mundo pero ‘mal de muchos es consuelo de tontos'. Lo positivo, aunque tibio alivio, es que gracias a la tecnología los ciudadanos contamos con medios masivos de comunicación para manifestar nuestro descontento, transmitir nuestra opinión, organizarnos para protestar o exigir al margen de estructuras partidarias.

Panamá está sumergida en una crisis que afecta el accionar de los tres poderes en detrimento del bienestar y la tranquilidad ciudadana, situación que ilustra el refrán ‘Cuando los elefantes luchan es la hierba la que sufre'. El antagonismo, la hostilidad entre oficialismo y oposición fomenta dudas sobre los posibles buenos propósitos de algunas de sus acciones. La Asamblea Legislativa (AL) aprueba la Ley 514 sobre imprescriptibilidad de los delitos de corrupción; un sector ciudadano considera perjudiciales las modificaciones que introdujo la bancada de oposición; el diputado Varela afirma que ‘con intenciones malévolas para que el presidente la vete y luego se diga que es porque no quiere la imprescriptibilidad'. La posible bondad de la Ley 514 queda manchada por la desconfianza. También el procedimiento para escoger dos nuevos magistrados para la Corte Suprema de Justicia; el método que propone el Ejecutivo recibe críticas de políticos y grupos de la sociedad civil; ante las amargas diferencias entre Ejecutivo y Legislativo, no sería sorpresa que estos últimos den ‘bola negra' a los escogidos (aunque la CSJ siga ‘manga por hombro') tal como lo hicieron con las candidatas Moore y Tovar; vale anotar que en 2015 cuando la AL ratificó a Russo y Cedalise para magistrados no se había roto el pacto de no agresión entre los partidos CD y PRD con los panameñistas. Mientras tanto, continúa el tira y encoge por el ‘chancletazo' de los diputados de oposición, (hasta hace poco de paños y manteles con los panameñistas) a la Comisión de Credenciales con mayoría oficialista. ¿No es sospechoso que hasta ahora objetaran la composición de esa comisión? Me resulta particularmente preocupante que la desconfianza alcance hasta a la Autoridad del Canal de Panamá (ACP), entidad del Gobierno de Panamá, creada en el Título XIV de la Constitución Nacional, ‘para garantizar su independencia de los Gobiernos de turno'; estaría, supuestamente, a salvo de intereses personales o políticos. Se postergó la remoción de los directivos Corcione y Mizrachi denunciados por la Autoridad Nacional de Transparencia y Acceso a la información (Antai) por incumplimientos de sus deberes quienes, según registros de la ACP dejaron de asistir a 76 y 52 reuniones respectivamente. Quedará en manos de los legisladores acoger o rechazar la remoción de los ‘paviolos'; y aquí ‘tuerce la puerca el rabo'; los diputados CD aliados con el PRD y antagónicos con el Ejecutivo podrían no separar de la directiva a los socios y amigos del expresidente Martinelli. ¿Llegarían a tanto? Además, hay quienes dudan de que habrá transparencia al nombrar nuevos directivos en caso de despachar a Corcione y Mizrachi. Espeso manto de desconfianza cubrió a la ACP en el período Martinelli y aún no se despeja.

Todas estas situaciones conducen a la crítica destemplada, con rabia y hasta actitudes antisociales por nuestra frustración, sufrientes de pugnas egoístas en las que se enzarzan los que tienen el poder y los que intentan desbancarlos. ¿Cómo no desconfiar de las autoridades que no sueltan la madeja del caso Odebrecht? ¿Por qué siguen en el limbo jurídico y ‘pasarse la bola' tantos casos de corrupción, y por qué tantos fallos sospechosamente benévolos? ¿Por qué la Asamblea Legislativa evade la rendición de cuentas, el informe de traslado de partidas, los dineros repartidos en ‘donaciones'? Estamos enfermos de desconfianza en la legitimidad del sistema; alimentan nuestra pérdida de fe los escándalos, las políticas cuestionables, la exclusión de compromisos que favorezcan a la ciudadanía. Si gobernantes y políticos no admiten que vivimos una crisis no será posible enfrentarla. Si los ciudadanos nos dejamos consumir por la apatía, la indiferencia o por ‘eso no es conmigo', nos hacemos cómplices por omisión. Por todo esto vino a mi memoria el viejo bolero ‘Poquita fe' que dice: … ‘Tú tienes que ayudarme a conseguir la fe que con engaños ya perdí...'.

COMUNICADORA SOCIAL.

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