• 15/04/2018 02:02

Manejo responsable del agua

A medida que pasan los años, la situación en torno al cambio climático se vuelve más dramática

A medida que pasan los años, la situación en torno al cambio climático se vuelve más dramática. En la estación seca, los llanos y lomas arden hasta el punto que las quemas ya provocan desalojo y traslado de vecinos. En los meses de lluvia, los cerros producen derrumbes y las áreas bajas sufren inundaciones con vientos fuertes y granizadas. En octubre del año pasado, un mes que estadísticamente es el más lluvioso en Panamá, ocurrió un cambio notable y se registraron los niveles más bajos de precipitación de la historia.

Pero lo que más preocupa es que lo sucedido el año pasado no fue una excepción, sino una muestra de lo que viene. Fuentes del Ministerio de Ambiente y registros de la Autoridad del Canal indican que la región del Arco Seco experimentará lluvias más intensas de lo normal y que la Cuenca del Canal se afectará por sequías más frecuentes. Igualmente, los cambios en los patrones de precipitación harán que en gran parte de Chiriquí disminuya la lluvia y que en Bocas del Toro aumente.

Panamá no tiene escasez de agua. Según las mediciones de la ACP, recibimos un promedio de 120 mil millones de metros cúbicos de lluvia al año, de los cuales el 75 % fluye hacia el mar, 10 % se evapora y 15 % se utiliza para riego, consumo urbano, uso industrial y la operación del Canal de Panamá (tránsito de buques y mercaderías). Para 2050, se espera que la población alcance los 6 millones de habitantes, con lo cual una disminución de lluvias afectaría nuestra capacidad para producir alimentos, agua potable y electricidad. Con desafíos en el horizonte y cambios en dónde, cuándo y cuánta lluvia recibimos, debemos pensar hoy en mejorar la gestión de nuestro recurso hídrico en tiempos de sequía y diluvio.

California, con una población con escasez de agua, está a la vanguardia de la gestión innovadora del agua. Cerca de Bakersfield, 80 kilómetros cuadrados de humedales almacenan agua subterránea y proporcionan un hábitat de vida silvestre para aves nativas. Las precipitaciones, el agua de los ríos y el desbordamiento de las aguas subterráneas son transportados por medio de una serie de estanques ‘con fuga' y canalizados a través de ductos a Bakersfield (400 mil habitantes) para riego en granjas aledañas. Y mientras tanto, el humedal alberga más de 20 mil aves y especies en peligro de extinción.

En Europa, donde extensas áreas pavimentadas en las ciudades impiden la recarga natural de aguas subterráneas, los humedales también sirven para recargar el agua subterránea y filtrar los contaminantes. En Canadá, donde la sequía convirtió gran parte de las praderas en zona desértica, el almacenamiento de agua fue la única solución para que los agricultores pudieran volver a sembrar. Por eso, se construyó la Represa Gardiner que proporciona el 60 % del agua para riego y generación de electricidad para más de 300 mil hogares en Saskatchewan.

Pareciera que Panamá es el único país del mundo donde no le damos importancia a los humedales y los destruimos en aras del progreso y el desarrollo inmobiliario. Nos falta comprender mucho todavía para desarrollar nuevas formas de administrar el agua. Un proyecto para recargar las aguas subterráneas utilizando la misma tecnología de ‘estanque con goteras' utilizado en Bakersfield sería un éxito para los agricultores de Chepo y Darién, donde existe suficiente disponibilidad para absorber las aguas pluviales. Igualmente, proyectos de almacenamiento de agua en Azuero contribuiría a aliviar la escasez durante los meses de sequía.

Es increíble que en Panamá todavía se derrocha agua potable para regar jardines y lavar autos, y tengamos el mayor consumo per cápita de América. Y mientras tanto, más de 100 mil personas no tienen fuente segura de agua en sus casas y caminan más de media hora para conseguirla. El agua es fundamental para el bienestar del país, sin embargo gran parte de nuestra planificación asume que obtendremos la cantidad adecuada cuando sea necesario. Tal vez es hora de que aceptemos que esta suposición no es tan realista nada.

Nos enfrentamos a tiempos cambiantes, pero también tenemos una oportunidad vital para hacerlo correctamente desarrollando enfoques innovadores para gestionar el agua que satisfaga nuestras necesidades para uso doméstico, industrial, agrícola, electricidad y tránsito de barcos por el Canal. No hacerlo sería una tremenda irresponsabilidad, porque lo cierto es que el día que no tengamos agua, no habrá comida, no habrá Canal y no habrá más país.

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