• 25/04/2018 02:00

Justicia salarial y Suntracs

Es práctica común en ellos, en vez de apoyar solidariamente un movimiento, apoderarse de él recurriendo a las más ruines tácticas

I. El principio. Por principio de clase, apoyo a... y comulgo con las reclamaciones salariales de los trabajadores. Estos nunca pedirán más que lo justo, pues por más que exijan, siempre será mucho menos de lo que sus patronos ganan por lo que los trabajadores realizan. La reclamación salarial normalmente debe propender a acortar las diferencias sociales, las cuales son, en nuestro país, muy desiguales. Así que, con respecto a la legitimidad de la lucha, ese no es el problema.

II. El problema... es el mismo Suntracs, porque ahora reclaman solidaridad ante sus aspiraciones salariales; pero mal pueden pedirla si al mismo tiempo que intimidan y, o garrotean (tanto literal como figuradamente) a sus propios compañeros de clase, gustan de exhibirse en viajes de primera, cenas lujosas y salones de sociedad con la oligarquía, tanto nacional como internacional y, eventualmente, llegan a acuerdos con ella para atropellar y avasallar a la propia clase trabajadora a la que dicen defender.

Es práctica común en ellos, en vez de apoyar solidariamente un movimiento, apoderarse de él recurriendo a las más ruines tácticas que van desde la intimidación en adelante. Parecen no haber calculado que tal proceder les rinde frutos inmediatos, sí, pero los aísla, y los vuelve inolvidables entre la gente, que ha terminado por asociar a la organización con los abusos que comete. El problema del Suntracs se agrava porque su dogmatismo les impide reconocer estas falencias, no han practicado ningún correctivo y, antes bien, culpan a otros de la ojeriza con que los mira el pueblo en general.

III. Consecuencias. Su comportamiento, extremadamente violento para con los de su propia clase en tanto y por cuanto no se les plieguen, y, en cambio, sumamente servil ante la oligarquía cada vez que quiere sacar partido político de esa relación de amor por conveniencia, no logra sino lo siguiente: 1. No concitar el apoyo unánime, ni mucho menos, de los trabajadores. Antes bien, verse abandonados, por estos, a su propia suerte. 2. Recibir el desprecio total de las oligarquías y burguesías acomodadas, con las que cada vez más desarrollan una relación de dependencia en todos los órdenes. 3. Hacer que la gente común, antes que para apoyarlos, esté pendiente de dónde realizarán sus actividades para salirles huyendo y evitarlos como fuere.

Epílogo. Es de recordar lo que ocurrió con los sindicatos de transportistas durante la lucha contra las reformas al Código de Trabajo en el Gobierno de Ernesto Pérez Balladares (PRD, 1994-1999). Los trabajadores y movimientos populares, entre los que estaba Suntracs, estuvimos a punto de derrotar al Gobierno, pero los transportistas traicionaron el movimiento, y la ley de reforma se impuso, ya que ellos eran clave para la victoria o la derrota popular. Después, cuando los transportistas buscaron el apoyo de los demás trabajadores, se quedaron solos, ni sus compañeros de clase los apoyaron, y sus sindicatos desaparecieron. Suntracs debe acordarse de eso, porque entonces figuraron como dirigentes de la lucha y gozaron de la simpatía nacional. Antes, se les tenía por aguerridos; hoy se les tiene por camorreros. Su proditorio comportamiento no los distingue de aquellos sindicalistas del transporte; y de cuán solos se han quedado, los hechos hablan: la gente, en vez de ayudarlos, les huye refunfuñando...

ESPECIALISTA EN LENGUA Y LITERATURA ESPAÑOLA.

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