• 29/05/2018 02:01

La huelga como derecho laboral

‘La huelga es, [...], un instrumento de paz social a la vez que un mecanismo para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores [...]'

Con la inusual huelga de 27 días que recientemente protagonizó el Suntracs, la comunidad en general ha expresado diversos criterios y opiniones, algunos de rechazo a la huelga de los trabajadores, que obliga a aclarar, desapasionadamente, el concepto de huelga laboral.

La huelga ejercida por los trabajadores fabriles del siglo XIX originó la negociación colectiva y luego los derechos de los trabajadores, que finalmente se convirtieron en reglas (leyes), de donde se concluye que la huelga no siempre fue un derecho, sino una reacción natural contra el concepto que el trabajo humano es una mercancía y que los trabajadores no deben ser tratados como personas, sino como mercancía. Interesante sería razonar acerca de cómo estarían las relaciones de trabajo de no existir el ejercicio de la huelga.

Con el tiempo, la huelga laboral se convirtió en un derecho protegido por el Estado, como medio de equilibrar los intereses de los trabajadores y de los empleadores. El maestro Américo Plá Rodríguez la definió como ‘el poder jurídico de causar un perjuicio absteniéndose de cumplir con la prestación laboral, como instrumento de presión para compeler la aceptación de un beneficio'; es decir, que la huelga laboral es un derecho protegido por la ley y tiene como objeto el obtener beneficios laborales; no destruir la empresa, tumbar Gobiernos, seguir consignas internacionales, etc. Las normas laborales panameñas así lo contemplan y por eso no hay que asombrarse, asustarse ni asustar a la población con el ejercicio de este derecho.

La huelga laboral está considerada como un derecho humano por la OIT (organismo tripartita mundial, que forma parte de la ONU); por tratados internacionales ratificados por Panamá, como la Convención Americana de Derechos Humanos; el Pacto de San José, el Protocolo de San Salvador y otros.

Ahora bien, la huelga hace daño al empleador que no produce, a los trabajadores que no cobran, al consumidor que no recibe mercancías o servicios y al Estado que ve alterado el funcionamiento de la sociedad. Entonces, ¿por qué se protege hasta elevarla al rango de derecho humano? Porque, hasta hoy, no existe otro medio capaz de encauzar las controversias laborales entre trabajadores y empleadores en forma colectiva, si el diálogo entre ellos falla. Es desde ese punto de vista, un medio de paz social, pues la alternativa sería el caos, la lucha cruenta y sorda, donde perderíamos todos, como sociedad. Por eso las normas exigen que primero se promueva el diálogo, la negociación y en caso de que ello falle, se autoriza la huelga, para llegar a acuerdos.

En Panamá no estábamos acostumbrados a huelgas largas desde hace varios años, debido a diversos factores, pero casi todos los días hay huelgas laborales cortas en todos los sectores de la economía.

Por último, la huelga laboral solo tiene por objeto mejorar las condiciones salariales y de trabajo, no así la desaparición de las empresas (como en efecto no ha ocurrido en 46 años de vigencia del Código de Trabajo). Tampoco promueve por sí misma el aumento de los precios y el encarecimiento del costo de vida, pues nos han vendido y al parecer casi todos hemos comprado la idea de que el empleador, para hacer frente a los aumentos de salarios negociados, está obligado a aumentar los precios de su producto, todo menos meterse la mano en el bolsillo y distribuir, aunque sea un poquito, la riqueza que ha acumulado, lo cual nos lleva, estadísticamente hablando, a ser desde hace ya varias décadas, una de las peores formas de distribución de la riqueza del mundo entero, donde 113 personas acumulan un alto porcentaje de la riqueza, mientras que los trabajadores deben conformase con 0.03 centavos por hora de ajustes salariales en promedio, y con aumentos incesantes del costo de vida.

La huelga es, en resumen, un instrumento de paz social a la vez que un mecanismo para mejorar las condiciones de vida de los trabajadores, cuyo resultado se distorsiona al aumentar los precios, con la excusa de los ajustes salariales negociados colectivamente. La técnica de asustarnos con los resultados de la huelga, nos ha llevado a rechazarla, sin razonar sobre la misma.

DOCTOR EN DERECHO UNIVERSITARIO Y PROFESOR UNIVERSITARIO.

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