• 26/09/2018 02:03

¿Remiendos específicos o un traje nuevo?

La Cámara de Comercio de Panamá, en un loable gesto cívico, ha sugerido cinco cambios específicos mediante dos legislaturas

Muchos estamos de acuerdo con que nuestra Constitución Política no se acomoda a las circunstancias de los tiempos y cada día se manifiestan más voces en favor de cambios que nos allanen el camino a un mejor Panamá, hoy obstruido por un sistema que no ayuda, que obstruye o perjudica. La disyuntiva parece centrarse en el método más adecuado, el de ‘las dos Asambleas', para extirpar tumores cancerosos específicos, o el de un referéndum para un nuevo traje moderno.

La Cámara de Comercio de Panamá, en un loable gesto cívico, ha sugerido cinco cambios específicos mediante dos legislaturas —la saliente y la entrante de sus respectivos períodos electorales— como método previsto por la actual Constitución. Sin embargo, por varias razones, entre ellas haber vivido esa precisa experiencia como legisladora del período 2004-2009, cuando se observó ese método, la sugerencia de la Cámara no me convence; en el fondo, porque no es completa como sería deseable, y en la forma, porque la aprobaría un grupo reducido de personas a espaldas de los ciudadanos que seríamos afectados de cualquier forma por un resultado sin nuestra participación.

Por muy sabios que pudiesen ser, esos resultados no dejarían de tener el carácter de una imposición de ‘ellos', que son pocos, sobre ‘nosotros', que somos los más. No hay que olvidar el principio filosófico que sustenta la democracia: somos nosotros, todos, quienes decidimos darnos las reglas de Gobierno que posibiliten ordenar nuestra conducta y actividades para permitirnos vivir en paz, progresar y desarrollarnos individualmente sin estorbos de autoridades externas. Ellas tienen como propósito actuar con eficiencia bajo reglas que todos nosotros aprobemos para preservar nuestros derechos humanos, sociales, económicos, individuales y colectivos, sin cortapisas y sin obstáculos.

Ese derecho político se alcanza con legitimidad cuando todos participamos en hacernos nuestro ‘traje a la medida' y, por el contrario, su autenticidad se malogra o se limita cuando la decisión es impuesta sin el consentimiento expreso de ciudadanos consultados. Aunque nazca de mentes brillantes.

Las sugerencias de la Cámara de Comercio se limitan a ciertas reformas en la designación y período de ciertos miembros del Órgano Judicial y del Ministerio Público, y en las facultades judiciales del Órgano Legislativo. Son puntos interesantes que dan pie a una discusión constructiva, porque, aunque fuera limitada a esos aspectos propuestos, seguramente habrá opiniones divergentes que serían muy bienvenidas.

Pero nuestra objeción a la idea es que se queda corta y, aparte de esa inherente debilidad, se corre el riesgo de que esta medicina concreta puede convertirse fácilmente en un soporífero que adormezca los crecientes reclamos generales por una reforma sustancial que nos produzca una Carta Magna más a tono, en todo sentido, con las realidades y necesidades del mundo y sociedad modernos. Por ejemplo, algo es cierto: una Constitución, a nuestro modo de ver, no debe contener disposiciones tan detalladas como correspondería a una ley o a un decreto ejecutivo, sino abarcar claros conceptos y firmes principios generales que guíen al Legislativo en el diseño de leyes, al Ejecutivo en su sana implementación y al Judicial en su interpretación correcta. La actual nuestra, en muchas maneras, ignora esta virtud y eso conduce a interpretaciones distorsionadas y arbitrarias.

Participé, como señalé, en las discusiones de las reformas del 2004. Me vi siempre maniatada en los ‘debates' que debían aprobar o improbar sin chistar todo lo acordado por la legislatura anterior. Viví un teatro totalmente divorciado del resto de los ciudadanos.

En futuros comentarios sobre el tema, quisiera concretar y justificar otras sugerencias para la tela y el estilo de un ‘traje nuevo'.

EXDIPUTADA

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